TIEMPO DE REFLEXIÓN
“Además, queridos hermanos,
no olviden que para el Señor un día es como mil años, y mil años como un
día. No es que el Señor se tarde en cumplir su promesa, como algunos
suponen, sino que tiene paciencia con ustedes, pues no quiere que nadie muera,
sino que todos se vuelvan a Dios.
Pero el día del Señor vendrá como un ladrón.
Entonces los cielos se desharán con un ruido espantoso, los elementos serán
destruidos por el fuego, y la tierra, con todo lo que hay en ella, quedará
sometida al juicio de Dios. Puesto que todo va a ser destruido de esa manera,
¡con cuánta santidad y devoción deben vivir ustedes! Esperen la
llegada del día de Dios, y hagan lo posible por apresurarla. Ese día los cielos
serán destruidos por el fuego, y los elementos se derretirán entre las
llamas; pero nosotros esperamos el cielo nuevo y la tierra nueva que Dios
ha prometido, en los cuales todo será justo y bueno.
Por eso, queridos hermanos,
mientras esperan estas cosas, hagan todo lo posible para que Dios los encuentre
en paz, sin mancha ni culpa. Tengan en cuenta que la paciencia con que
nuestro Señor nos trata es para nuestra salvación. Acerca de esto también les
ha escrito a ustedes nuestro querido hermano Pablo, según la sabiduría que Dios
le ha dado”. 2 Pedro 3. 8 – 15.
Todo aquel que espera la
segunda venida del Señor, debe comprender lo que Pedro nos dice aquí, para el
Señor un día es como mil años, y mil años como un día, esta palabra da sentido
a los días de la creación, y también da sentido a la esperanza del pueblo que
espera con paciencia la segunda venida de su Señor.
El Señor siempre cumple sus
promesas aunque no siempre ocurren en el tiempo que se espera, más bien con
paciencia nos ha permitido arrepentirnos y llegar a él, para que aquellos que
son llamados y elegidos por su gracia puedan alcanzar este don inefable.
El día de la segunda venida
del Señor, es llamado por Pedro como el día del Señor, este vendrá u ocurrirá
como cuando un ladro quiere entrar a robar, ocurrirá de imprevisto, de seguro
el día en que menos nos lo esperemos, cuando todo parezca en calma. El ladrón
solo entra a una propiedad cuando cree que no será sorprendido en flagrancia,
cuando nadie esté presente, cuando menos se lo esperen, así ha de acontecer el
día del Señor, vendrá sin dar señal alguna de que ocurrirá, por eso debemos
estar alertas, conscientes.
Su predicación es una clara
exhortación a vivir de manera que honremos a Dios y sus mandamientos.
Todo aquel que ame a Dios
debe esperar con ansias en su corazón su regreso, pues será el día en que la
gloria de Dios se hará manifiesta a toda la humanidad y el justo juicio de Dios
se consumara.
Isaías profetizo acerca de
un cielo nuevo y una tierra nueva Isaías 65.17; Isaías 66.22.
Nosotros como pueblo de Dios
esperamos el cumplimiento de esta profecía que tendrá lugar de seguro cuando el
Señor haya de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.
Por eso se nos exhorta a
vivir de manera que no se encuentre en nosotros mancha alguna, defecto, y vivir
en paz. Sin macha que corrompa nuestro servicio y honra para con Dios,
encontrarnos sin defecto es algo que solo puede ocurrir cuando operamos en la
gracia de Dios, y en paz.
Pedro reconoce en esta carta
que los mensajes de Pablo están llenos de la sabiduría que Dios le ha confiado,
y también reconoce que el hecho de que no haya ocurrido la segunda venida de
nuestro Señor Jesucristo es solo una muestra más de su paciencia para con
nosotros y para con aquellos que se encuentran extraviados.
El Señor está cerca
esperemos Su venida preparados para cuando Él vuelva.
Dios les bendiga
abundantemente.
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