lunes, 16 de septiembre de 2019

Tiempo... 2 Pedro 3. 8 - 15



TIEMPO DE REFLEXIÓN

“Además, queridos hermanos, no olviden que para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. No es que el Señor se tarde en cumplir su promesa, como algunos suponen, sino que tiene paciencia con ustedes, pues no quiere que nadie muera, sino que todos se vuelvan a Dios.
Pero el día del Señor vendrá como un ladrón. Entonces los cielos se desharán con un ruido espantoso, los elementos serán destruidos por el fuego, y la tierra, con todo lo que hay en ella, quedará sometida al juicio de Dios. Puesto que todo va a ser destruido de esa manera, ¡con cuánta santidad y devoción deben vivir ustedes!  Esperen la llegada del día de Dios, y hagan lo posible por apresurarla. Ese día los cielos serán destruidos por el fuego, y los elementos se derretirán entre las llamas; pero nosotros esperamos el cielo nuevo y la tierra nueva que Dios ha prometido, en los cuales todo será justo y bueno.
Por eso, queridos hermanos, mientras esperan estas cosas, hagan todo lo posible para que Dios los encuentre en paz, sin mancha ni culpa. Tengan en cuenta que la paciencia con que nuestro Señor nos trata es para nuestra salvación. Acerca de esto también les ha escrito a ustedes nuestro querido hermano Pablo, según la sabiduría que Dios le ha dado”.  2 Pedro 3. 8 – 15.

Todo aquel que espera la segunda venida del Señor, debe comprender lo que Pedro nos dice aquí, para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día, esta palabra da sentido a los días de la creación, y también da sentido a la esperanza del pueblo que espera con paciencia la segunda venida de su Señor.
El Señor siempre cumple sus promesas aunque no siempre ocurren en el tiempo que se espera, más bien con paciencia nos ha permitido arrepentirnos y llegar a él, para que aquellos que son llamados y elegidos por su gracia puedan alcanzar este don inefable.
El día de la segunda venida del Señor, es llamado por Pedro como el día del Señor, este vendrá u ocurrirá como cuando un ladro quiere entrar a robar, ocurrirá de imprevisto, de seguro el día en que menos nos lo esperemos, cuando todo parezca en calma. El ladrón solo entra a una propiedad cuando cree que no será sorprendido en flagrancia, cuando nadie esté presente, cuando menos se lo esperen, así ha de acontecer el día del Señor, vendrá sin dar señal alguna de que ocurrirá, por eso debemos estar alertas, conscientes.
Su predicación es una clara exhortación a vivir de manera que honremos a Dios y sus mandamientos.
Todo aquel que ame a Dios debe esperar con ansias en su corazón su regreso, pues será el día en que la gloria de Dios se hará manifiesta a toda la humanidad y el justo juicio de Dios se consumara.
Isaías profetizo acerca de un cielo nuevo y una tierra nueva Isaías 65.17; Isaías 66.22.
Nosotros como pueblo de Dios esperamos el cumplimiento de esta profecía que tendrá lugar de seguro cuando el Señor haya de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.
Por eso se nos exhorta a vivir de manera que no se encuentre en nosotros mancha alguna, defecto, y vivir en paz. Sin macha que corrompa nuestro servicio y honra para con Dios, encontrarnos sin defecto es algo que solo puede ocurrir cuando operamos en la gracia de Dios, y en paz. 
Pedro reconoce en esta carta que los mensajes de Pablo están llenos de la sabiduría que Dios le ha confiado, y también reconoce que el hecho de que no haya ocurrido la segunda venida de nuestro Señor Jesucristo es solo una muestra más de su paciencia para con nosotros y para con aquellos que se encuentran extraviados.
El Señor está cerca esperemos Su venida preparados para cuando Él vuelva.
Dios les bendiga abundantemente.

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