LECTURA
DIARIA:
1
Pedro capítulo 2
Cuando
nacemos de nuevo, llegamos a ser niños espirituales. Desear la leche es un
instinto natural de una criatura; y una señal de desear el alimento espiritual
que nos llevará a crecer.
Una vez que vemos nuestra necesidad de la Palabra de
Dios y empezamos a hallar nutrición en Cristo, nuestro apetito espiritual
aumentará y empezaremos a madurar.
Pedro
describe la Iglesia como casa espiritual de Dios, Pedro aplica la imagen de
"piedra" a Cristo. Pedro muestra que la Iglesia no cancela la
herencia judía, sino que la cumple. Muestra la Iglesia como un templo vivo y
espiritual con Cristo como el fundamento y la piedra del ángulo, y cada
creyente es como una piedra. Una piedra no es el templo y ni siquiera una
pared; una parte del cuerpo es inútil sin las demás. En nuestra sociedad
individualista, es fácil olvidar nuestra interdependencia con otros cristianos.
Los
cristianos experimentarán desaliento en esta vida, pero su confianza en Dios
nunca estará fuera de lugar. Con toda confianza podemos depender de Dios porque
es genuina la vida eterna que nos ofrece.
Cristo,
la piedra del ángulo es totalmente confiable; es precioso para los creyentes; y aunque
rechazado por algunos, Él es la parte más importante de la Iglesia.
A
Jesucristo se le llama "piedra de tropiezo y roca que hace caer".
Algunos tropiezan en Cristo porque lo rechazan o se niegan a creer que Él es el
que afirma ser. Pero es la parte más importante del edificio de Dios, la
Iglesia.
En
la época del Antiguo Testamento, la gente no se acercaba a Dios directamente.
Un sacerdote actuaba como intermediario entre Dios y el pecador. Con la
victoria de Cristo en la cruz, eso cambió. Ahora podemos ir directamente a la
presencia de Dios sin temor, y se nos ha dado la responsabilidad de llevar a
otros a su presencia también. Cuando estamos unidos con Cristo como miembros de
su cuerpo, nos unimos en su tarea de reconciliar a Dios con el hombre.
Hemos
sido escogidos por Dios como su propiedad, y hemos sido llamados a
representarlo delante de otros.
Como
creyentes, somos "extranjeros y peregrinos" en el mundo, y nuestro
verdadero hogar está con Dios. Algún día, después que Dios juzgue y destruya
todo pecado, el reino de los cielos gobernará en toda la tierra.
Nuestra
fidelidad debe ser a nuestra ciudadanía en los cielos, no a nuestra ciudadanía
aquí, porque la tierra será destruida. Nuestra lealtad debe ser a la verdad de
Dios, su forma de vida y a su dedicado pueblo.
El
consejo de Pedro se asemeja al de Jesús en Mateo 5.16, si la conducta es
irreprensible, incluso los enemigos terminarán alabando a Dios.
Cuando
Pedro les dijo a sus lectores que debían respetar a las autoridades civiles,
hablaba del Imperio Romano que estaba bajo la autoridad de Nerón. Es obvio que
no les dijo a los creyentes que debían comprometer su conciencia.
Debemos
hacerlo "por causa del Señor", para que se respeten sus buenas nuevas
y su pueblo. Si somos perseguidos, debe ser por la causa de Cristo y no por
quebrantar leyes morales o civiles.
Muchos
cristianos eran criados. Pedro los anima a ser leales y perseverantes aun si
llegaran a sufrir un trato injusto. De la misma manera, debemos someternos a
nuestros empleadores, ya sean bondadosos o duros. Al hacerlo, podremos ganarlos
para Cristo mediante nuestro buen ejemplo.
Podemos
sufrir por muchas razones. Algunos sufrimientos son el resultado directo del
pecado en nuestra vida; otros tienen lugar por nuestra necedad y otros son el
resultado de vivir en un mundo caído. Pero aquí, Pedro se refiere a un
sufrimiento que viene como resultado de hacer el bien. Cristo nunca pecó; sin
embargo, sufrió a fin de que pudiéramos ser libres. Cuando seguimos el ejemplo
de Cristo y vivimos para otros, también podemos llegar a sufrir. Nuestra meta
debe ser afrontar el sufrimiento como lo afrontó El: con paciencia, calma y
confianza en que Dios tiene el dominio del futuro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario