miércoles, 18 de septiembre de 2019

Leyendo... 1 Juan capítulo 2



LECTURA DIARIA:
1 Juan capítulo 2

Como no somos inmunes al pecado, debemos tener presente que hemos de vivir un arrepentimiento continuo en nuestras vidas y mantenernos alertas, fortalecidos en el Señor para no caer, muriendo a esa naturaleza carnal para que ella no continúe manifestándose a través nuestro.

Su sacrificio en la cruz sirve de puerta para que podamos encontrar el perdón de nuestros pecados, su sacrificio abarca todos los pecados de la humanidad, pero solo para aquellos que le buscan.
Juan plantea la posibilidad de que podamos conocer a Dios, a través del obedecer sus mandamientos.
La verdad habita en aquellos que obedecen sus mandamientos, su guía y ordenanzas. Quien no los obedece naturalmente es un mentiroso.
El amor de Dios se manifiesta o se hace notorio en aquellos que ponen en práctica su palabra o mensaje. Recordemos que su palabra no es solo la que tenemos escrita.
Permanecer en Él es un acto de nuestra voluntad, es cierto que somos elegidos, que se nos ha concedido esa gracia especial de poderle encontrar, pero también debemos poner de nuestra parte para vivir como Él vivió. Permanecer en el, es voluntario y requiere que dispongamos con diligencia nuestro ser para vivir en medio de la oración, la comunión con el Padre y los hermanos en la fe.
El mensaje de la verdad ha permanecido a través del tiempo, no ha cambiado, la llegada de Jesucristo no cambio su esencia, solo la hizo más evidente. Su mensaje de salvación sigue vigente, ha sido y será por siempre para todo el que oye atentamente.
Los mandamientos del Señor son eternos, pero Juan también tiene un mensaje fresco que se manifiesta en todo aquel que sigue la verdad mientras la oscuridad que habitaba en nosotros se va desvaneciendo. Nadie que odie a alguien y más a su hermano puede afirmar que habita en la luz de Dios, porque si habitara en la luz de Dios reconocería que no tiene por qué odiar a nadie, el odio nace del dolor y el orgullo que son contrarios a la sanidad y la humildad que sostienen al creyente.
Juan se expresa como un padre a sus hijos, con amor entrañable, con cariño y aprecio, reconociendo la obra redentora de Cristo en nosotros como familia de Dios.
También Juan se dirige a los padres que han engendrado hijos espirituales en Dios, a los jóvenes espirituales que han vencido al maligno al obrar conforme a la voluntad divina, y a los hijos que ahora conocen al Padre. Además de identificarnos como una familia, también nos brinda un entendimiento del desarrollo del creyente al mostrarles como Padre, jóvenes e hijos. Tres etapas que demuestran el desarrollo conforme lo que Juan escribe, Los padres son aquellos que han podido saber entender al que es, ellos comprenden en una mayor medida a Dios y de una manera más personal, los jóvenes son reconocidos como aquellos que han vencido al maligno, un creyente solo vence
al maligno al entregarse devotamente a su voluntad obedeciéndole y permaneciendo en su palabra, y los hijos son aquellos que apenas acaban de descubrirle, tienen una noción de él, pero necesitan crecer y desarrollarse.
Juan describe también lo que hay en el mundo, lo que puede deslumbrarnos con su falsedad y engaño. Los malos deseos de la carne, tenemos una naturaleza carnal que no podemos negar, está en nosotros y nos compunge a sentirnos atraídos por aquello que no tiene luz, o sea lo malo. La codicia de los ojos, nuestros ojos tienden a sentirse atraídos por la sensualidad, la belleza y aquello que no poseemos. La arrogancia de la vida, la vida natural es arrogante en si misma pues solo busca la autosatisfacción personal por encima de todo. Estos tres aspectos encierran lo que hay en el mundo, vanidad de vanidades, sentimientos que no pueden ser saciados, que dominan la mente y controlan nuestras acciones si se lo permitimos.
Todo lo que hay en el mundo es perecedero, pero no es posible vencer si no obramos conforme a la voluntad divina, pues solo el que en ella permanece es eterno.
Los anticristos ya han surgido en el mundo muchos, todo aquel que se opone a la voluntad de Dios lo es, el que ellos surjan es solo un llamado a nuestras conciencias para estar alertas.
Muchos de estos anticristos salieron de aquellos que decían ser parte del pueblo de Dios, pero en realidad nunca lo fueron. Todo aquel que pertenece a Cristo ama a su familia y permanece con ella. Su salida solo comprobó que nunca pertenecieron a Dios.
Aquel que ha experimentado el obrar de la verdad en su corazón ha recibido junto con ella la unción de Cristo, un ungimiento que le separa de la maldad, de la mentira y el engaño para que pueda conocer por sobre todo ello la verdad.
Si has nacido de nuevo la verdad se ira revelando a tu corazón en la medida en que te entregas a Dios, junto con ello podrás discernir aquello que es falso y que no nos edifica.
Si negamos al Hijo de seguro no tenemos al Padre, porque su esencia se revela en el Hijo, y quien reconoce al Padre tarde o temprano ha de reconocer al Hijo pues el que tiene al Padre tiene al Hijo y el que tiene al Hijo tiene al Padre, pues solo son dos estados de la unidad.
No existe mayor, ni mejor promesa que esta, quien puede sino Dios darnos vida eterna, el mundo la busca, la desea, pero ella solo es posible a través del Hijo y el Padre.

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