lunes, 8 de mayo de 2023

Un momento... La autoridad de Dios

 


UN MOMENTO CON DIOS

La autoridad de Dios


“¿Qué, pues, diremos? ¿Qué hay injusticia en Dios? En ninguna manera. Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca. Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia.

Porque la Escritura dice a Faraón: Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra. De manera que de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece”. (Romanos 9. 14 – 18)

Cuando nos acercamos a Dios, es necesario, que le reconozcamos como Dios primero, dado que cuando Él habla, habla como quien tiene toda la autoridad, como quien tiene todo el derecho de hablar así. Él mismo se presenta como el único Dios verdadero, por tanto, no es posible tomar una parte de su pensamiento, y decir, en esto tiene razón Dios, y en esto, yo creo que está equivocado.
Dios no se convierte en Dios, cuando nosotros creemos en Él, sino que es al revés, nosotros creemos en Él, porque Él es Dios. Por eso es tan importante la fe, debemos creer en Dios y debemos creerle a Dios.
En el pasaje de hoy es claro que todo lo que hace Dios, lo hace de acuerdo a su voluntad, el tiempo que Él considera necesario y del a manera que Él cree necesario.
Muchas veces se entra a la presencia de Dios como se dice, “como pancho por su casa”, pensando, ya es bastante que haya venido a la iglesia, luego se pone delante de Él, todas las necesidades, cuando ha terminado se toma alguna bendición o alguna promesa que anda por allí dando vuelta y nos despedimos hasta el domingo que viene. Lo único que falta es que esperemos que Dios nos esté esperando en la puerta cuando salimos, se incline ante nosotros, y nos salude diciendo, gracias por haberme tenido por digno de complacer sus necesidades, tenga la bondad de volver cuando usted lo crea necesario.
Pablo nos muestra en este pasaje, la semejanza de nuestra vida, con la de una vasija de barro en manos del alfarero. Nosotros somos la vasija de barro y Dios es el alfarero.
Dios va moldeando nuestra vida a su voluntad, nos va quitando las impurezas, nos va dando forma, a cada uno, una forma distinta, pero igualmente sujeta a su voluntad. A veces, como pasa con la vasija, si algo no sale como Él espera, tiene que quebrantar la vasija y empezar de nuevo.
Que hermosa ilustración, verdad, Dios como aquel que tiene toda la autoridad sobre nosotros y a la vez, todo el poder de transformarnos a su voluntad.
Nuestra participación en el proceso, es a través de nuestra voluntad, vamos dándole permiso para que Él lo haga, o sea, poniéndonos de acuerdo con Dios, para que Él, que es todo amor y sabiduría, nos vaya moldeando conforme a su voluntad, la cual, como nos dice en su Palabra, es agradable y perfecta, por tanto, es lo mejor para nuestra vida.
Dejemos a Dios trabajar en nuestra vida conforme a Su propósito, pongámonos de acuerdo con Él, para que continúe modelando nuestra vida hasta lograr todo lo que Dios tiene para nosotros.
No nos basemos en nuestros propios hechos, ni en nuestra propia prudencia para acercarnos a Dios, confiemos en Dios, Él ya nos ha marcado el camino a través de Jesucristo en su Palabra, allí podemos encontrar todo lo que necesitamos para vivir y conducirnos en esta vida.
Recordemos que Dios quiere lo mejor para nuestra vida y nuestra familia, dejemos que siga transformando nuestra vida, Él sabe que es lo mejor para nosotros.
Dios les bendiga abundantemente.

 

 

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