UN
MOMENTO CON DIOS
Dios
nos da la victoria sobre el pecado
“Estos son los reyes de la tierra que los hijos de Israel derrotaron y cuya tierra poseyeron al otro lado del Jordán hacia donde nace el sol, desde el arroyo de Arnón hasta el monte Hermón, y todo el Arabá al oriente: Sehón rey de los amorreos, que habitaba en Hesbón, y señoreaba desde Aroer, que está a la ribera del arroyo de Arnón, y desde en medio del valle, y la mitad de Galaad, hasta el arroyo de Jaboc, término de los hijos de Amón; y el Arabá hasta el mar de Cineret, al oriente; y hasta el mar del Arabá, el Mar Salado, al oriente, por el camino de Bet-jesimot, y desde el sur al pie de las laderas del Pisga”. (Josué 12.1 – 3)
Podemos
ver el corazón de Dios a través de cómo dirigió a Josué y los israelitas por
una etapa de conquista de la tierra que les había prometido y donde tuvieron
que pelear contra muchas naciones más fuertes que ellos.
El
capítulo 12 del libro de Josué hace un recuento de los reyes conquistados por
los israelitas; hasta ese momento de la historia llevaban 31 reyes derrotados.
Estos reyes representaban a cientos de miles de soldados que cayeron ante la
espada de los hijos de Dios, también representaban muchos territorios con
valles y montañas que por años habían sido gobernados por hombres que le habían
entregado el control de su vida y sus reinos al pecado. La perdición y
depravación de estos reinos era tal que Dios había pedido al pueblo de Israel
que los borrara por completo de la tierra y que no hiciera ningún tipo de
relación con ellos, debían exterminar todo el mal en la tierra que Dios les
había entregado.
Estas
batallas no fueron sencillas ni instantáneas, les costó años, esfuerzo y
algunas bajas el lograr la victoria, pero la enseñanza más fuerte que tuvieron
que recibir antes de conquistar la maldad de esa tierra fue que las batallas se
ganaban con las fuerzas y las estrategias del Señor; se requería vivir en
santidad y obedecer todas sus instrucciones al pie de la letra para derrotar a
sus enemigos en lugar de ser perseguidos por ellos.
No
podemos aspirar a conquistar la maldad en nuestra vida que por años ha
gobernado áreas dentro de nosotros sin primero reconocer que es en las fuerzas
del Señor que podremos vencer. Necesitamos entender que solamente al obedecer
sus instrucciones en la Biblia y al escuchar y poner en práctica las
estrategias que nos revelará en nuestros tiempos de oración con Él, es que
lograremos una vida de victoria y santidad.
Cuando
leemos los milagros que hacía Jesús entre los paralíticos y enfermos
encontramos que en varias ocasiones les decía: “tus pecados te son perdonados”
y en otras más: “vete y no peques más”. Jesús echó fuera demonios, sanó
enfermedades y perdonó pecados. Las partes que las personas no podían hacer por
sí solas que eran ser libres del control de un espíritu o sanar de enfermedades
incurables las hacía Jesucristo, sin embargo, nunca echó fuera un “espíritu de
pecado” ni “sanó el pecado” de alguna persona.
Donde
hubo arrepentimiento les dio perdón. Y donde había que cambiar de estilo de
vida les pidió a las personas sorprendidas en pecado que tomaran decisiones de
alejarse del pecado.
Al
comenzar nuestra vida cristiana todos tenemos áreas que hemos dejado que el
pecado domine por años con total libertad, reconquistar estas áreas, no es una
tarea fácil e instantánea. Por eso Jesús señaló que necesitaríamos ser
perseverantes, es decir mantenernos constantemente en nuestra búsqueda de Él,
insistir en llenarnos de su Palabra, levantarnos una y otra vez de nuestros
tropiezos y luchar contra todo pecado permanentemente.
¡No
podemos rendirnos ni dar un paso hacia atrás! Se espera de un cristiano que se
mantenga firme hasta el fin, creciendo en santidad y madurando en la fe.
Dios
les bendiga abundantemente.
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