UN MOMENTO CON DIOS
El perdón de Dios
Señor, Señor, si tuvieras en cuenta la maldad, ¿quién podría mantenerse en pie? Pero en ti encontramos perdón, para que te honremos y glorifiquemos tu nombre. (Salmos 130. 3 – 4)
La Biblia está llena de historias
impresionantes de amor, guerras, alimento que llueve del cielo, el sol se
detiene, multitudes alimentadas con cinco panes y dos peces, ciegos que vuelven
a ver, muertos que resucitan y muchas más. Hay relatos de perseverancia, de
amor, de compasión de rectitud, de coraje, de fe, de arrepentimiento, de perdón
y salvación. Todas las historias nos enseñan algo, pero hoy vamos a recordar a
aquellos hombres y mujeres que fallaron, se equivocaron, desobedecieron,
pecaron, o hasta se rindieron. Gente que, aun habiendo andado con el Maestro,
no hizo lo que debía.
Todas estas historias son perfectamente aplicables a nuestras vidas, en un
momento u otro, unas más que otras posiblemente, pero todas tiene algo para
cada uno de nosotros. Tal vez te has identificado con Jonás tratando de huir
del llamado de Dios o Sansón permitiendo que tus fuerzas se vayan al
involucrarte con cosas del mundo o quizás la parábola del Hijo pródigo sea la
que más se aplique a tu vida y quién sabe, hasta podrías haber sido como Judas
o Pedro en algunas oportunidades. Sin duda alguna hay muchos relatos y
personajes en los que nos vemos reflejados.
Pero sin importar con quién nos identificamos o cuál es nuestra historia, lo
más importante es el fin que le demos a esa historia. Muchos de los hombres y
mujeres que fallaron se arrepintieron, pidieron perdón y retomaron el rumbo de
sus vidas y cambiaron la historia de la humanidad. No están en la Biblia por
casualidad, sino para enseñarnos que Dios tiene un plan con nuestras vidas y
que sin importar qué hicimos Él quiere perdonarnos.
¿Nos equivocamos? ¿Fallamos? Bueno, no esperemos más para pedirle perdón a Dios
y cumplir el propósito que Él tiene para nuestra vida.
Recordemos que Dios siempre está presto a perdonarnos y a darnos una nueva oportunidad.
Si no fuera así, hace mucho que la humanidad habría desaparecido, el pecado
habría terminado con nosotros. Si a Dios le interesara castigarnos y darnos la
espalda, ¿qué sentido tendría la muerte de Jesús en la cruz? Él decidió dar su
vida por nosotros aun sabiendo de nuestras imperfecciones y de nuestros
errores.
¿Qué otra prueba de su inmenso
amor necesitamos?
Dios les bendiga abundantemente.
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