jueves, 5 de mayo de 2016

Leyendo... Génesis capítulo 4


LECTURA DIARIA:
Génesis capítulo 4

Este capítulo 4 nos revela la magnitud de lo que verdaderamente le había sucedido al hombre.
Por su incredulidad y desobediencia se había apartado de Dios, y había pecado de tal manera que trajo el juicio de Dios sobre sí mismo y sobre su descendencia.
Adán nos ha transmitido una naturaleza bastante mala, lo que se encuentra revelado en la historia de los dos primeros hijos de Adán y Eva.
Adán y Eva no anticiparon que la lucha entre el bien y el mal iba a ser prolongada.
Cuando Caín nació, al comprobar Eva que el Señor le había enviado un niño, y como Dios había dicho que la simiente de la mujer heriría la cabeza de la serpiente, debió pensar que había llegado el momento del cumplimiento de tal promesa. Pero Caín no era esa persona. No era, en absoluto, un salvador. Era un asesino. Pasaría mucho tiempo hasta que llegase el Salvador. Es así que por miles de años se ha venido desarrollando esta lucha entre la simiente de la mujer y la simiente de la serpiente.
Adán y Eva tuvieron un segundo hijo Abel; cada uno de sus hijos siguieron un oficio diferente, Caín fue labrador de la tierra y Abel pastor de ovejas.
Un día, los dos hermanos llevaron una ofrenda a Dios, cada uno del fruto de su trabajo, pero la actitud de los hermanos fue diferente al presentar su ofrenda ante DIOS.
En primer lugar, cuando Caín trajo su ofrenda a Dios, no vino con fe, sino por iniciativa propia, la ofrenda que presentó negaba la maldad de la naturaleza humana, excluyendo el sacrificio con derramamiento de sangre que señalaba al Redentor que habría de venir al mundo. En segundo lugar, la ofrenda de Caín estaba negando la realidad de que el hombre estaba separado de Dios. El joven actuó como si todo estuviese bien en su relación con Dios.
Mucha gente habla, hoy en día, sobre la paternidad universal de Dios, es decir, que Dios es el Padre de todos, y de la fraternidad universal del hombre, que todos somos hermanos. Esto no es así. Nosotros no nacemos siendo ya hijos de Dios.
Abel ofreció las primicias de sus ovejas como sacrificio, en una actitud de fe para acercarse a DIOS.
La justicia de Caín era su propia justicia. La de Abel, se basaba en la fe en un sacrificio que se proyectaba hacia el futuro sacrificio de Cristo.
Abel fue aceptado a causa del sacrificio que presentó por la fe. En cambio, la ofrenda de Caín, no fue aceptada por Dios.
Esto provocó el enojo de Caín que estaba lo suficientemente airado como para asesinar a su hermano.
El apóstol Santiago dice: "Después, cuando la pasión ha concebido, da a luz al pecado; y cuando el pecado es consumado, engendra la muerte." (Santiago 1.15)
El enojo de Caín le llevó al crimen, pero detrás de esto estaban sus celos y su orgullo.
Después de la tragedia, Caín, en vez de arrepentirse, se alejó de la presencia de Dios y fundó una civilización que se desarrolló totalmente separada de Dios.

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