miércoles, 4 de mayo de 2016

Leyendo... Génesis capítulo 3


LECTURA DIARIA:
Génesis capítulo 3

En los capítulos 1 y 2 observamos que el hombre se encuentra en un estado de inocencia; todo es allí perfección y hay una relación de comunión entre Dios y el hombre.
Pero en el momento en que comenzamos a leer el capítulo 4 y continuamos hasta el capítulo 11, vemos que existen los celos, la ira, el asesinato, la mentira, la maldad, la corrupción, la rebelión y el juicio.
Y surge la pregunta. ¿De dónde provino todo esto? ¿Cómo empezó? ¿Dónde se originó?
En este capítulo 3, encontramos la explicación divina sobre la actual condición caída del hombre. Aquí aprendemos acerca de las estratagemas sutiles de nuestro enemigo, el diablo. Contemplamos la impotencia total del hombre para transitar por el sendero de la justicia sin contar con la gracia divina.
Descubrimos también los efectos espirituales del pecado y al hombre procurando huir de Dios, y aprendemos que el hombre no puede acercarse a Dios, a no ser que sea a través de un mediador.
En primer lugar surge la pregunta: ¿Por qué la tentación? Si volvemos a los capítulos 1 y 2, vemos que el hombre fue creado inocente, pero no justo. ¿Qué es la justicia?
La justicia es la conservación de la inocencia ante la presencia de la tentación. El jardín del Edén no era un invernadero en el cual el ser humano estuviese protegido como una planta. El carácter debía desarrollarse y solo podía hacerlo ante la tentación. El hombre fue creado como un ser responsable. El era responsable de alabar a Dios dándole la gloria, de obedecerle, de servirle, y de someterse al gobierno divino.
La serpiente fue una criatura utilizada por satanás, él la usó y este es el método que él emplea en la actualidad.
El tentador sabía lo que estaba haciendo y, como ya hemos leído, utilizó un método sutil, haciendo una pregunta que arrojó dudas sobre la Palabra de Dios: "¿Con que Dios os ha dicho: no comeréis de ningún árbol del huerto?". El provocó dudas en la mente de la mujer y atrajo su curiosidad. Y Eva terminó aceptando discutir las órdenes del Creador.
En la tentación del jardín del Edén Satanás quiso interponerse entre el alma del ser humano y Dios. En otras palabras, quiso apartar al hombre de Dios para ganarle para sí mismo, para convertirse en su dios.
Adán y Eva en vez de confesar su pecado, cosieron hojas de la higuera para cubrirse, antes que confesar a Dios el pecado de sus corazones.
El hombre, ese ser creado por Dios, se ha apartado de su Creador. Y Dios, por lo tanto, está obligado a juzgarlo.
Con esta escena de alejamiento y separación termina este capítulo y de aquí en adelante veremos como se desarrolla el propósito de Dios para volver a tener comunión con el hombre que creó.

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