martes, 31 de mayo de 2016

Leyendo... Génesis capítulo 30

LECTURA DIARIA:
Génesis capítulo 30

Entre Raquel y Lea siempre hubo un conflicto y una lucha por el afecto de Jacob, y eso se convirtió en una competencia para ver quién le daba más hijos a Jacob. 

Lea ya había concebido de Jacob cuatro hijos, Rubén, Simeón, Leví y Judá. (Génesis 29. 32 – 35)
Dado que Raquel no podía tener hijos propios (porque Dios le cerró su matriz temporalmente), ella le pidió a Jacob que tuviera hijos a través de su sierva, al estilo de lo que Sara hizo con Agar.
Así la sierva de Raquel, Bilha, tuvo dos hijos de Jacob, Dan y Neftalí.
Pero Lea no quería quedarse atrás, y también le dio su sierva Zilpa, a Jacob para tener más hijos a través de ella. Así nacieron los siguientes hijos, Gad y Aser.
Raquel estaba desesperada por su esterilidad.  El problema es que buscaba la solución en el lugar equivocado.  No se le ocurrió pedirle a Dios, como lo hizo Rebeca.  Primero se lo pidió a Jacob, quien claramente le dijo que no podía hacer el papel de Dios.  
A pesar de los esfuerzos de Raquel por quedar embarazada, la que siguió teniendo hijos fue su hermana Lea, que tuvo dos hijos más y una hija.
Raquel parecía ser estéril, pero no lo era.  Simplemente Dios estaba deteniendo el nacimiento de su hijo con un propósito, él iba a cumplir un propósito especial en los planes de Dios.
Y así nació José, el primer hijo de Raquel, a la que luego también le naciera Benjamín.
Cuando Jacob cumplió con los 14 años de trabajo para Labán, él manifestó su deseo de independizarse.
A Labán no le convenía dejar ir a Jacob, ya que había prosperado mucho gracias al trabajo de su yerno.  Pero Jacob no quería seguir trabajando como esclavo de su suegro.  El había estado en deuda con Labán pagando la dote de Raquel, pero también de Lea.  Había pagado siete años de trabajo por cada una.  Ahora él quería trabajar como hombre libre para su familia.
Jacob decidió negociar las nuevas condiciones de su estadía en la familia.
Jacob iba a seguir trabajando para Labán, pero a partir de ese momento él iba a recibir un salario por su trabajo.
Labán aceptó la propuesta de Jacob.  Y para asegurarse que Jacob no hiciera trampa mezclando el rebaño las blancas y negras para producir manchadas, Labán separó los rebaños desde ese momento. 
Aquí comenzó la separación entre Labán y Jacob.
Jacob era experto en la crianza de rebaños.  Era un arte que había heredado de Abraham e Isaac, y al cual se había dedicado en los pasados 14 años.  Él supo usar este conocimiento para su beneficio.

Jacob comenzó a prosperar, y así comenzó a prepararse para su retorno a la Tierra Prometida.

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