jueves, 19 de mayo de 2016

Leyendo... Génesis capítulo 18


LECTURA DIARIA:
Génesis capítulo 18

En los tiempos de Abraham, la reputación de una persona estaba muy relacionada con su hospitalidad, con brindar casa y comida. Aun los extraños debían ser tratados como huéspedes distinguidos.

Es por eso que Abraham recibe a estos viajeros que habían llegado hasta su tienda, ahí en Mamre, lugar cerca de Hebrón en las montañas de Judá.
Estos tres hombres en realidad eran tres seres celestiales en cuerpos humanos. Algunos piensan que todos eran ángeles creados; otros, que uno de ellos era el Hijo de Dios, el Ángel del pacto.
Lavar los pies era costumbre en aquellos climas cálidos donde sólo se usan sandalias. Además de eso, Abraham le pide a Sara que cocine pan para ellos y prepara un becerro cocido y otros manjares para sus invitados.
Los viajeros preguntan por Sara y le anuncian que en un tiempo próximo, ella tendrá ese hijo tan esperado por Abraham, que Dios le había prometido.
"¿Hay para Dios alguna cosa difícil?" La respuesta obvia es: ¡por supuesto que no!
Abraham había reído antes, y ahora lo hace Sara también. La más dura reacción de Dios para con ella indica que Sara se mantenía incrédula, y no meramente asombrada.
Jehová honró a Abraham revelándole su plan para destruir las ciudades malvadas, aunque a éste solamente le preocupaba la seguridad de su sobrino Lot.
Abraham sabía que Dios debía castigar el pecado, pero sabía por experiencia propia que Dios es misericordioso con los pecadores. Dios sabía que ni siquiera había diez hombres justos en la ciudad; sin embargo, fue tan misericordioso que permitió que Abraham intercediera. Además fue igualmente misericordioso al ayudar a Lot, el sobrino de Abraham, a salir de Sodoma antes de que fuera destruida.
Dios no se goza al destruir al malo, pero debe castigar el pecado. Es justo y misericordioso. Debemos estar agradecidos de que la misericordia de Dios se extienda hacia nosotros.
Dios puso una prueba justa a los hombres de Sodoma. Aunque no ignoraba las perversidades que se cometían allí, en su justicia y paciencia concedió a la gente de Sodoma una última oportunidad para volverse a El.
El Señor dió a Abraham una oportunidad para interceder ante Él.
Abraham no pide que se salve al malo por sí mismo ni porque sea cruel destruirlo, sino por amor del justo que pudiera hallarse entre ellos, él sabía que el Juez de toda la tierra haría lo justo.

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