sábado, 28 de mayo de 2016

Leyendo... Génesis capítulo 27



LECTURA DIARIA:
Génesis capítulo 27

El capítulo anterior de Génesis narra en los últimos versículos, el casamiento de Esaú con dos mujeres cananeas, quienes tenían costumbres y valores muy diferentes a los de la familia de Isaac. 

Esto trajo gran pesar, tanto en Isaac como en Rebeca, su esposa.
Isaac, ya entrado en años, tenía un impedimento, no veía bien.  Esto no sólo era en lo físico, sino también en un sentido espiritual. 
A pesar de la conducta desviada de Esaú, él seguía siendo su hijo favorito, y había decidido bendecirlo con la primogenitura antes de morir.  
Esto podría parecer normal, pero no debemos olvidar la revelación que Rebeca recibió antes de que los gemelos nacieran y la venta del derecho de primogenitura.
Pero Rebeca no lo olvidó, por lo que decidió actuar para prevenir tal error.
Rebeca también estaba actuando incorrectamente, aunque “tuviera la razón”.  Por eso Jacob no quería participar de este plan, pero su madre insistió, diciéndole que lo libraba de culpa.
Al final, Jacob siguió el consejo de su madre. Cuando Jacob se presentó ante su padre haciéndose pasar por su hermano, Isaac sospechó que quien le hablaba no era Esaú, por lo que le pidió que se acercara para palparlo.
Aconsejado por la madre, Rebeca, Jacob se hizo pasar por Esaú para conseguir la bendición de primogenitura. 
Al fin Isaac  terminó dándole la bendición a Jacob, creyendo que era Esaú.
Esaú estaba cazando el venado e ignoraba lo que estaba sucediendo en la casa de Isaac.  Cuando él finalmente llegó con su padre, él ya había dado la bendición a Jacob.
Lo normal hubiera sido que Isaac se enojara y maldijera a Jacob por haberlo engañado, pero no lo hizo.  Al contrario, confirmó la bendición que le había dado a Jacob: “…Sí, y bendito será” (27:33). 
Evidentemente algo pasó en el acto de bendición a Jacob que convenció a Isaac de estar haciendo lo correcto.  Probablemente Dios abrió sus ojos ciegos en ese momento para ver la voluntad divina.
Esaú no fue tan comprensivo como Isaac.  El se alteró mucho al oír que su hermano Jacob le había “robado” la primogenitura, aunque él sabía que ya se la había vendido cuando eran más jóvenes. 
Desde el día en que Jacob fue bendecido con la primogenitura, se sembró una semilla de resentimiento en el corazón de Esaú contra su hermano Jacob.  Pero no sólo se quedó como un sentimiento, sino se degeneró en odio, hasta llegar al punto de desear la muerte de su propio hermano, al estilo de Caín.  
El plan de Esaú era matar a Jacob tan pronto como Isaac muriera.
Posiblemente se hubiera repetido la historia de Caín y Abel, a no ser por la intervención de Rebeca.
Rebeca sabía que el odio de Esaú no iba a mermar, y la única salida era que Jacob huyera.  Pero su salida también tendría otro propósito.

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