lunes, 23 de mayo de 2016

Leyendo... Génesis capítulo 22



LECTURA DIARIA:
Génesis capítulo 22

En el capítulo anterior vimos que finalmente nació el hijo de la promesa, Isaac. 
Pero un tiempo después, Dios puso a prueba a Abraham.
Esto parece ir en contra de toda lógica.  ¿Cómo podía Dios pedir que matara a su hijo?  ¿Acaso no va eso en contra de su naturaleza?  Además, si moría Isaac, también se acabaría con él la promesa.
Es curioso que Dios dijera: “tu hijo, tu único”.  ¿Acaso no tenía también a Ismael?  El Señor se lo dijo así porque lo que le estaba pidiendo tenía relación con la promesa, e Isaac era el único hijo de la promesa, del pacto.
Abraham no cuestionó nada.  Simplemente hizo lo que Dios le había dicho, al pie de la letra.  A pesar de lo descabellado de la petición, él no dudó, ni siquiera se tardó.
Dios le pidió que ofreciera el sacrificio en un lugar específico.  Ese sitio no era cerca, sino que quedaba a dos días de camino.  Esto le hubiera dado tiempo para cambiar de opinión. Pero el texto no transmite duda de su parte.
Ese no era “cualquier” lugar.  El monte al que se dirigían era llamado “Moriah”, que puede traducirse de dos formas: Escogido de Dios, Mi maestro es Yah. (Jehová)
¿Por qué Dios escogió Dios ese lugar? ¿Qué es lo que Dios quiere enseñar allí?  Abraham no entendía en ese momento, pero la respuesta vendría después.  A lo largo de la historia de Israel este monte vuelve a surgir una y otra vez como un lugar central en el plan de Dios.
Al llegar al pie del monte, Abraham subió con su hijo sólo ellos dos.
Es curioso que él dijera que él y su hijo volverían, ya que él sabía que estaban subiendo al monte para sacrificar a Isaac. 
Abraham tal vez no entendía lo que Dios le había pedido ni lo que iba a pasar, pero una cosa sí sabía: Si Dios lo había dicho, de alguna forma Él cumpliría la promesa.
Abraham estaba profetizando al decir que el Señor iba a proveer.  Esa profecía no sólo era para esa ocasión, sino para todos los tiempos, pues el Señor también proveyó “el Cordero que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29).
Aquí no sólo vemos la firme y determinada obediencia de Abraham, sino también la mansedumbre de Isaac, quien no peleó.
La intención de Dios no era que muriera Isaac, la intención de Dios era poner a PRUEBA la FE de Abraham, tal como lo dice el primer versículo de este capítulo.
Abraham estaba dispuesto a sacrificar a su hijo porque él tenía la fe, la seguridad, que Dios era lo suficientemente poderoso para levantarlo de los muertos.
Dios le había dado la promesa, y Él había cumplido con darle un hijo en su vejez. Para Dios nada es imposible, y si Él prometió, Él cumpliría su promesa a como dé lugar.
Tal como había profetizado Abraham, Dios proveyó para el sacrificio.
En este contexto, Dios vuelve a confirmar Su Pacto con Abraham.

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