lunes, 30 de abril de 2018

Leyendo... Isaías capítulo 16




LECTURA DIARIA:
Isaías capítulo 16

Atacados por los asirios, los refugiados moabitas huirían a Sela, ubicada en la nación de Edom hacia el sur. Los moabitas en su desesperación enviarían un tributo de corderos a Jerusalén pidiendo la protección de Judá. Jerusalén sería un buen refugio por un tiempo. Isaías aconsejó a Judá que aceptará a estos refugiados como una señal de compasión en el momento devastador de su enemigo.
Un momento de gran gozo en los viñedos era pisar las uvas (extraer el zumo de las uvas al pisarlas con los pies descalzos) que se realizaba durante la temporada de cosecha. Sin embargo, el gozo de la cosecha pronto terminaría, debido a que olvidaron a Dios y se rebelaron en su contra.
Cuando el pueblo de Moab experimentó la ira de Dios, buscó a sus propios ídolos y dioses. Nada sucedió, sin embargo, porque no contaron con alguien que los salvara.
La profecía de Isaías del versículo 14 se cumplió poco después de pronunciada. Aunque Dios los castigó, su misericordia salvó un remanente moabita.
A diferencia de otras profecías de Isaías contra los países limítrofes de Judá, esta profecía acerca de Moab expresa compasión por su destino: “Mi corazón da gritos por Moab”. En 16:11 dice: Mis entrañas gimen como un arpa por Moab…
El profeta vislumbra que los moabitas, a pesar de su larga historia de arrogancia y de hostilidad contra Judá e Israel, acudirían a buscar refugio en Judá, enviando allá como en el pasado un tributo de sumisión.
Los habitantes de Moab, como parientes de los israelitas, adquieren figuración con la persona de Rut, aquella mujer que en lealtad filial a Noemí, decide regresar con ella a los campos de Judá. Ella tuvo participación en la fundación de la casa de David el famoso rey de Israel.
Las profecías lanzadas contra Moab por Isaías, se debían a los persistentes ataques que los habitantes de Judá recibían de éstos.


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