viernes, 13 de abril de 2018

Leyendo... Cantar de los cantares 8




LECTURA DIARIA:
Cantar de los cantares 8

En el antiguo Cercano Oriente, era impropio mostrar el afecto públicamente, excepto entre miembros de la familia. La joven deseaba mostrar con libertad el afecto por su amado aun en público.

En la descripción final de su amor, la joven incluye algunas de sus características significativas (1de Corintios 13). El amor es tan fuerte como la muerte, no puede aniquilarlo el tiempo ni un desastre, ni puede comprarse por ningún precio porque se da libremente. El amor no tiene precio e incluso hasta el rey más rico no puede comprarlo. Se debe aceptar como un regalo de Dios para luego disfrutarlo dentro de las reglas establecidas por El. Acepte el amor de su cónyuge como un regalo de Dios y luche por hacerlo un reflejo del amor perfecto que viene de Dios mismo.
La sulamita es un muro, no una puerta, madura y con suficiente integridad para proteger a otros. Ha encontrado la paz en la maternidad y se ha constituido en modelo para todas sus «pequeñas hermanas».
La joven medita en los días cuando era más joven y estaba bajo el cuidado de sus hermanos, que se preguntaban cómo podían ayudarla a prepararse para el matrimonio. Decidieron que si era como un muro, firme ante cualquier tentación sexual, la alabarían. Pero si era como una puerta, abierta a la inmoralidad, tomarían las medidas necesarias para guardarla de realizar algo tonto. En 8.10, ella testifica que ha persistido en su moralidad y por lo tanto ha encontrado gracia ante los ojos de Salomón.
La viña de Salomón no tenía precio, como lo prueban las mil monedas de plata. Ahora la viña de la sulamita está delante de ella; su sola dueña y se iguala a la de Salomón. Como legítima dueña, ella retornará la viña a su fuente salomónica y le dará la porción que le corresponde a su dueño. Posee todo y todo lo entrega. Le ha demostrado a sus hermanos que es capaz de enfrentarse a retos y tentaciones.
Salomón podía demandar por el alquiler a los inquilinos de su viñedo, pero la doncella tenía su propia viña y estaba en su derecho de asignarla a quien quisiera. Pero ella entregó de buena voluntad su fruta a Salomón. En el matrimonio no existe la propiedad privada, ya que todo se comparte entre los cónyuges.
El amor entre Salomón y su esposa no disminuyó en intensidad desde la noche de bodas. Los enamorados confiaron el uno en el otro y no tuvieron secretos. La devoción y el compromiso fueron la clave de su relación, así como los son también en nuestras relaciones conyugales, y nuestra relación con Dios. La fidelidad de nuestro amor matrimonial debe reflejar la perfecta fidelidad de Dios para con nosotros.
Pablo nos muestra cómo el matrimonio representa la relación de Cristo con su Iglesia, y Juan nos ilustra la Segunda Venida como una gran fiesta de bodas para Cristo y su Esposa, sus seguidores fieles. Muchos teólogos consideran que Cantar de los cantares es una alegoría que muestra el amor de Cristo por su Iglesia. Tiene aún más sentido decir que es un poema de amor sobre una relación amorosa real y humana, y que todos los matrimonios amorosos y comprometidos reflejan el amor de Dios.


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