martes, 17 de abril de 2018

Leyendo... Isaías capítulo 3




LECTURA DIARIA:
Isaías capítulo 3

Isaías retorna al castigo divino sobre Judá del 586 a.C.
Jerusalén sitiada, sus líderes destruidos. Esta triste descripción pronto se volvería una realidad. La desobediencia de la gente acarrearía serias aflicciones y gran destrucción, así como Dios lo advirtió
Isaías no condonaba el uso de adivinos al incluirlos en una lista. Mostraba lo bajo que había caído la nación.

El pueblo estaba orgulloso de sus pecados, alardeando de ellos abiertamente.
Los ancianos y los príncipes eran responsables de ayudar a la gente, pero en vez de eso defraudaban al pobre. Debido a que fueron líderes injustos, Isaías dijo que serían los primeros en recibir la ira de Dios. Los líderes tendrán que rendir cuentas de cómo ejercieron su liderazgo.
Cuando las mujeres le dan la espalda a Dios, como hicieron las de Judá, el cuadro es trágico. Estas mujeres libertinas, que no tenían en estima su matrimonio, verían a sus esposos morir en la guerra. Calculando siete mujeres por un hombre, éstas estarían dispuestas a ganarse su propio pan . . . y ropas con tal de adquirir la respetabilidad del matrimonio.
Las mujeres de Judá se afanaron más por la ropa y la joyería que por Dios. Se vestían para llamar la atención, ganar aprobación y estar a la moda. Pasaban por alto el verdadero propósito de la vida. En vez de preocuparse por la opresión que las rodeaba, procuraban autosatisfacerse, solo pensaban en ellas.
El pecado destruye al ser humano. En el mundo actual, la vida pecaminosa parece encantadora, excitante y audaz. Sin embargo, a pesar de la forma en la que la sociedad lo perciba, el pecado es algo malo ya que a la larga nos hará miserables y nos destruirá. Dios trata de protegernos al advertirnos acerca del daño que podemos causarnos al pecar. Los que se enorgullecen de sus pecados recibirán el merecido castigo de Dios.
A los justos les irá bien en el momento del juicio, y mal a los impíos. Cada uno recibirá la recompensa que merece.
En medio de su mensaje sombrío, Dios nos da esperanza: A la larga el justo recibirá la recompensa de Dios y el malvado su castigo. Es desalentador ver que el malvado prospere mientras nos sentimos derrotados cuando seguimos el plan de Dios. Aun así, ¡debemos continuar asidos a la verdad de Dios y cobrar ánimo! Al final, Dios traerá justicia y recibiremos su recompensa si hemos sido fieles.




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