viernes, 30 de septiembre de 2016

Leyendo... Números capítulo 23


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LECTURA DIARIA:
Números capítulo 23

Con los campamentos de Israel a plena vista, Balaam ordenó a Balac que se construyeran siete altares y se ofrendara un novillo y un carnero en cada uno. 
La maldición es tornada con amor en bendición para Israel por el poder arrollador de Dios.
Dios que abrió la boca al asno, hizo que la boca de este hombre malo dijera palabras tan contrarias al deseo de su corazón. El milagro fue tan grande en un caso como en el otro.
Balaam declara a salvo a Israel. Reconoce que no puede hacer más de lo que Dios le permite. Él los declara bienaventurados en su distinción del resto de las naciones. Bienaventurados en su número que los hacen a la vez honorables y formidables. Bienaventurados en su final.
La muerte es el fin de todos los hombres; hasta el justo debe morir y es bueno que pensemos en esto respecto de nosotros, como lo hace aquí Balaam, hablando de su propia muerte. Él declara verdaderamente bendecido al justo no sólo mientras vive, sino cuando muera; lo que hace la muerte de ellos aún más deseable que la vida misma. Pero hay muchos que desean morir la muerte de los rectos, pero no emprender la vida del justo; estarían felices de tener un fin como el de ellos, pero no un camino como el de ellos. Quieren ser santos en el cielo, pero no en la tierra. Balac estaba enojado con Balaam.
De este modo se extrae de un profeta malo una confesión del poder arrollador de Dios para confusión de un príncipe malo. Por segunda vez la maldición es vuelta bendición; y esta bendición es más amplia y más poderosa que la primera. Los hombres cambian de idea y rompen su palabra, pero Dios nunca cambia de propósito y, por tanto, nunca revoca su promesa.
Cuando en la Escritura se dice que Él se arrepiente, no significa ningún cambio de su propósito sino solamente un cambio de su manera. Hubo pecado en Jacob, y Dios lo vio, pero no fue del grado que pudiera hacer que los entregara a la ruina.
Balac no tenía esperanzas de arruinar a Israel, y Balaam demostró que él tenía más razón para temer que ellos los asolaran. Como Balaam no pudo decir lo que Balac quería que dijera, este deseaba que no dijera nada.
Aunque los designios del corazón humano sean muchos, prevalecerán los consejos de Dios.

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