martes, 27 de septiembre de 2016

Leyendo.. Números capítulo 20


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LECTURA DIARIA:
Números capítulo 20

Habían pasado treinta y siete años desde la primera misión espía de Israel en la tierra prometida (Números 13, 14) y cuarenta años desde el Éxodo de Egipto. La generación de aquellos que vivieron en Egipto casi estaba extinguida, y la nueva generación pronto estaría lista para entrar en la tierra prometida. 
Moisés, Aarón, Josué y Caleb fueron de los pocos que quedaron de los que salieron de Egipto. Una vez más acamparon en Cades, el sitio de la primera misión espía que terminó en desastre.
Después de treinta y siete años en el desierto, los israelitas olvidaron que sus peregrinajes eran el resultado de su propio pecado. No podían aceptar el hecho de que ellos mismos se habían acarreado los problemas, así que culparon a Moisés por su condición.
Después de peregrinar en el desierto por cuarenta años, Cades fue el lugar donde murió María.
No había suficiente agua para el pueblo, y se quejaron amargamente.
Aquí murmuraron nuevamente contra Moisés y Aarón. Hablaron con el mismo lenguaje absurdo y de incredulidad de sus padres. Esto agravó su delito porque ya conocían tanto tiempo los descontentos y la falta de fe de sus padres; no obstante, se aventuraron en los mismos pasos. Moisés debió nuevamente, mandar en el nombre de Dios que salga agua para ellos de una roca.
Pero Moisés y Aarón actuaron mal. Se atribuyeron una buena parte de la gloria del hecho maravilloso: “¿Sacaremos agua de esta peña para vosotros?”, como si lo hicieran por algún poder o valor propio. Ellos debían hablar a la peña, pero la golpearon. No le dieron a Él la gloria debida a su nombre por este milagro. Provocado por el pueblo, Moisés habló con sus labios a tontas y a locas.
Pero Moisés era el líder y el modelo de la nación entera. Como tenía una responsabilidad tan grande ante el pueblo, no podía ser perdonado. Al golpear la roca, Moisés desobedeció el mandamiento directo de Dios y lo deshonró en presencia de su pueblo. Por esto Dios le anuncia a Moisés que no entraría en la tierra prometida.
El camino más corto a Canaán desde donde estaba acampado Israel era pasar por el territorio de Edom.
Los edomitas eran descendientes de Esaú; los israelitas de Jacob. Así que los edomitas eran "hermanos" de los israelitas. Israel envió un mensaje fraternal a Edom para solicitar el paso a través de su tierra en el camino principal, una ruta comercial muy frecuentada.
Los embajadores enviados regresaron con una negativa. Los edomitas temían que los israelitas los dañaran. Si este numeroso ejército hubiera estado bajo otra disciplina que no fuera la del Dios justo, hubiera habido causa para este celo.
Moisés trató de negociar y razonar con el rey edomita. Cuando nada dio resultado, le quedaron dos opciones, entrar en un conflicto o evitarlo.
Dios le dijo a Aarón en el monte Hor que se prepare para morir. Aarón no debía entrar en Canaán porque falló en su deber en las aguas de la rencilla. Aunque muere por su transgresión, muere en paz y con honra.
Antes de morir, Aarón fue desvestido de sus ropas sacerdotales y fueron colocadas en su hijo Eleazar, siguiendo los mandamientos del libro de Levítico.

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