sábado, 17 de septiembre de 2016

Leyendo... Números capítulo 10


La imagen puede contener: una o varias personas y texto
LECTURA DIARIA:
Números capítulo 10

Dios manda que Moisés haga dos trompetas de plata que sólo los hijos de Aarón podían tocar.

Las usaban para llamar al pueblo (o solamente sus líderes) a una asamblea a la puerta del tabernáculo, y para dar la orden de salir del campamento. También se usarían dentro de la tierra prometida para llamar al pueblo a la guerra y a las fiestas sagradas.
A través de la nube, Dios indicaba al pueblo cuando debía levantar el campamento y moverse a otro lugar. Por el sonido de las trompetas se podía mantener comunicación con todas las tribus y coordinar sus movimientos.
El pueblo ya se había constituido y organizado como una teocracia sacerdotal. Jehová era su Rey divino, quien moraba en medio del pueblo para proteger, guiar y bendecirlo.
Los levitas y sacerdotes jugaban un papel especial como mediadores entre Dios y el pueblo. El pueblo había aceptado y dado su apoyo a esta estructura, y había sido instruido en cómo mantenerse como un pueblo santo.
Los levitas habían sido organizados y purificados para llevar a cabo sus tareas en relación con el tabernáculo. El pueblo había sido organizado para la marcha y para la guerra.
Todo estaba listo entonces para la salida del pueblo del monte Sinaí en su marcha hacia la tierra prometida.
El viaje entre el monte Horeb (Sinaí) y Cades se podía hacer en 11 jornadas, pero para el pueblo, con sus niños y animales, llevó como dos meses. Salieron del monte Sinaí el 20 del mes segundo, o sea en los primeros días de mayo. Mandaron a los espías para reconocer la tierra de Canaán desde el desierto de Parán en el tiempo de las primeras uvas, o sea en el mes cuarto de junio julio.
El tema que se destaca en esta segunda división del libro es la murmuración y la falta de fe del pueblo.
El viaje empieza con una nota de confianza triunfante. Pero al encontrar dificultades y experimentar la falta del alimento, el pueblo se queja amargamente.
Siguiendo la nube, el pueblo sale y va al desierto de Parán. Marcha en las cuatro compañías descritas. Pero surge un problema surge en cuanto al lugar de los levitas.
Moisés pide entonces que Hobab les acompañe y que les sirva como ojos. Quería tener un explorador que conociera el territorio que iban a pasar.
Este pedido de Moisés no se debe ver como una falta de fe en la dirección de Dios. Más bien, Moisés parece ver a su pariente como un instrumento de Dios, provisto por su gracia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario