martes, 6 de septiembre de 2016

Leyendo... Levítico capítulo 27

La imagen puede contener: nube
LECTURA DIARIA:
Levítico capítulo 27

A los israelitas se les requirió que dieran o consagraran ciertas cosas al Señor y a su servicio: los primeros frutos de sus cosechas, los animales primogénitos, los hijos primogénitos, el diezmo de su ganancia. 
Muchos deseaban ir más allá y consagrarse ellos mismos o consagrar a otro miembro de la familia, animales adicionales, una casa o un campo a Dios. En estos casos, era posible donar dinero en lugar de una persona real, un animal o una propiedad. Algunas personas hacían votos impulsivos o poco realistas. A fin de instarlos a reflexionar antes de hacerlo, se imponía una penalidad del veinte
por ciento a aquellas cosas que eran vueltas a comprar con dinero.
Este capítulo explica cómo fijar valores y qué hacer si un donante luego deseaba volver a comprar aquello que había donado a Dios.
Dios enseñó a los israelitas que cuando hacían un voto a El, no debían retractarse de su promesa aun si resultaba más costosa de lo que esperaban. Esto aplicaba a los animales; los humanos podían ser redimidos o comprados de nuevo.
La propiedad inmobiliaria podía ser donada como ofrenda voluntaria de un modo que se asemeja a la forma en que hoy en día las personas dan propiedades por medio de un testamento o donan lo obtenido en la venta de una propiedad a la iglesia o a organizaciones cristianas.
En caso de propiedad adquirida en terreno, si no era redimida, se devolvía al donador en el Jubileo; mientras que parte de un bien heredado, que se había ofrecido en voto, no se devolvía al dueño, sino que quedaba a perpetuidad como propiedad del santuario. El motivo de esta diferencia notable era el de poner a todo hombre bajo la obligación de redimir la propiedad, o de estimular a su pariente más cercano para que lo hiciera, para evitar que una herencia patrimonial quedara fuera de una familia en Israel.
El libro de Levítico está repleto de mandamientos que Dios dio a su pueblo al pie del monte Sinaí. De estos mandamientos podemos aprender mucho acerca de la naturaleza y el carácter de Dios.
A primera vista, Levítico parece irrelevante para nuestro mundo altamente tecnificado. Pero si profundizamos un poco, nos damos cuenta que este libro nos sigue hablando hoy porque Dios no ha cambiado y sus principios son para todos los tiempos. Como la gente y la sociedad cambian, necesitamos buscar continuamente formas de aplicar los principios de la ley de Dios a nuestras circunstancias presentes. Dios era el mismo en Levítico como lo es hoy y lo será por siempre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario