UN MOMENTO CON DIOS
Vivir conforme a
nuestra fe.
“Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él” (Colosenses 2. 6)
En nuestra vida
cristiana hemos visto muchos casos de personas que reciben a Cristo y en la
fuerza de su primer amor se entregan al servicio de manera total, pero de
pronto, su fe se enfría, caen en un estado de desánimo a tal grado que dejan de
asistir con los hermanos de la congregación.
Es más, estas mismas
personas llegan a comportarse no solo igual que los incrédulos sino peor, sin
importarles que un día Dios los compró con su sangre, perdonó sus pecados, y lo
puso en un lugar de servicio para le honrara.
Pierden la sensibilidad,
la vergüenza al andar no conforme a la fe, sino conforme a la carne, al mundo y
al pecado.
Cuando descuidamos la
fe, cuando dejamos de fortalecerla, cuando no practicamos las cosas que
identifican nuestra fe, venimos a ser presa fácil para el diablo, el mundo, y
el pecado.
Cuando no vivimos
conforme a la fe y a la nueva identidad que Dios nos dio, hijos de Dios, en el
momento que recibimos a Cristo, fácilmente somos engañados por el mal, por lo
malo y por el malo.
Esta es la razón por la
cual el apóstol Pablo en la carta a los Colosenses en el capítulo 2 insiste en
decir a los hermanos que tengan cuidado para no ser engañados (versículo 8) y
juzgados (versículos 16).
Hay tantos falsos
“maestros” con tantas enseñanzas camufladas que, si el cristiano no está bien
cimentado en la fe, en la palabra, en la vida cristiana, en una relación
profunda con Dios, con facilidad es engañado.
Con tanta razón, en
Efesios, Pablo insiste 5 veces que debemos andar en la fe (4.2, 17,5.1,
5,15).
Luego mantiene la misma
idea en Colosenses 2.6, que vivamos o andemos en Él, siguiendo el ejemplo de
Jesús, viviendo conforme a la nueva naturaleza, a la nueva amistad, a la nueva
relación, a la nueva identidad desde el momento en que creímos en
Jesús.
Realmente, es muy lamentable
ver que personas que en un momento determinado han servido a Dios en la
iglesia, por flaqueza, por influencia de la carne, por falta de madurez
espiritual, tiempos más tarde desertan de la fe para irse tras los deseos de la
carne, para estar bajo las órdenes del pecado, del mundo y del
diablo.
Lo más seguro es que si
estas personas, realmente creyeron en Jesús, Dios se encargará de juzgarlas
según sus obras.
Pero por el otro lado,
da gusto ver a personas y familias completas que desde que rinden sus vidas a
Cristo, se esfuerzan por conducirse de acuerdo a la fe que recibieron. Engalanan
el evangelio, fortalecen la proclama, ejemplifican lo que dice Colosenses 2.6.
Gracias DIOS por las
vidas transformadas, tenemos que orar por aquellos que han perdido el deseo de
vivir apegados a la fe y a la Palabra, para que se levanten y se renueven, para
que vuelvan a vivir conforme a la fe.
¡Vivamos según lo
que somos! ¡Si ya somos hijo de DIOS, vivamos como tal!
Dios les bendiga
abundantemente.
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