UN MOMENTO CON DIOS
Tenemos el mejor
defensor.
“Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo”. (1 Juan 2.1)
En términos deportivos,
de los 11 jugadores de cada equipo de fútbol en el campo o la cancha,
generalmente 4 son denominados defensas y de los 4 uno es responsabilizado como
defensa central. Este tiene que ser más alto, fuerte y más habilidoso
porque se encarga de cuidar de que no lleguen al arquero. Así que, este
es un defensa o buen defensor porque evita que el rival tire la pelota al arco.
Diferente es el área
legal donde el mismo Estado provee un abogado para que defienda a personas
acusadas de alguna cosa pero que no tienen posibilidad de contar con un abogado
personal.
Lo que hace este
defensor es representarlo, hacer todo lo que legalmente le es permitido hacer
para defender al acusado. Muchas veces el acusado no siente la
suficiente confianza, la seguridad y la esperanza de ser absuelto de las
acusaciones porque el defensor que tiene es parte del Estado. Sin
embargo, por ética profesional, todo abogado defensor, aun cuando es puesto y
sostenido por el Estado, es responsable de hacer todo lo posible y de acuerdo a
la ley para defenderlo.
La Biblia dice que todo
cristiano cuenta con un defensor, el mejor defensor, el que siempre gana (1
Juan 2.1)
Es el mismo defensor
del cual está hablando David en el Salmo 59 quien cuenta con todos los recursos
del mundo, todo lo tiene a su disposición para defendernos del constante
acusador, el diablo.
Dice David en el
versículo 9 “Es por causa del poder del enemigo que yo parare en ti. Porque
Dios es mi defensa”. Él con su misericordia irá delante de mí
(v.10), eso hace un defensa, está delante del arquero para cuidar que no lo
ataquen. Va delante de David, y es como el escudo (v.11) protector
que no deja que los dardos del mal den con el cuerpo del defendido.
Esta es una palabra de
ánimo, restauración, fortaleza, el saber que nuestro defensor es Dios.
No existe nadie ni nada en el mundo que pueda vencer al abogado defensor que
tenemos.
Él es mayor que todo y
que todos, él nos tiene en sus manos y nadie podrá arrebatarnos (Juan 10.29-30).
Él nos cuida, nos
resguarda, nos defiende, nos cubre con su poder; en él estamos seguros y
confiados.
Por lo tanto, como dijo
David, “En paz me acostaré y a si mismo dormiré, porque solo tú me haces vivir
confiado”.
Si confiamos en Él, si
le somos fieles a Él, si vivimos solo para Él, con seguridad, nada ni nadie nos
podrá vencer, pues nuestro defensor es Dios, quien es justo, perfecto,
poderoso, misericordioso, amoroso y soberano.
Si por alguna razón,
nos toca pasar en medio de una acusación injusta, o una situación donde
necesitamos de un defensor, solo acudamos a Dios.
Dios les bendiga
abundantemente.
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