miércoles, 14 de septiembre de 2022

Un momento... El lenguaje de la fe

 


UN MOMENTO CON DIOS

El lenguaje de la fe. 

 

“Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar. Respondiendo Simón, le dijo: Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado; más en tu palabra echaré la red. Y habiéndolo hecho, encerraron gran cantidad de peces, y su red se rompía. Entonces hicieron señas a los compañeros que estaban en la otra barca, para que viniesen a ayudarles; y vinieron, y llenaron ambas barcas, de tal manera que se hundían.”  (Lucas 5. 4 – 5)

 

¿Será que solo algunos pastores, algunos líderes o algunas iglesias son las privilegiadas para tener fe y desarrollar un lenguaje de fe poderoso como para experimentar un despertar, un crecimiento, cambios en sus vidas, conversiones e impacto en medio de la sociedad?  

Dios ha dado a todo cristiano, a todo liderazgo y a toda iglesia esta gracia, la de creer en Dios, la de confiar, depender y esperar en Dios, la de tener fe en Dios, solo que algunos no estamos practicando ni usando el lenguaje de la fe.

Tener un lenguaje de fe asume un precio paralelo que ha de pagarse. Implica vida de santidad, vida de obediencia, vida de oración, vida de trabajo, practica de amor, y entrega a Dios y el ministerio.   

Aquí está el meollo del asunto, mejor dicho, aquí está el vacío que causa la incredulidad cristiana, la esterilidad espiritual, la débil visión y el poco anhelo por crecer.  

Esto lo comprueba Jesús al señalar a sus doce discípulos que, aunque habían estado cerca de Jesús más de 3 años, habían escuchado y conocido toda la enseñanza de Jesús, aunque habían dejado todo por seguir a Jesús, pero si no creían en la persona y palabras de Jesús, si no tenían fe a tal grado de caminar en esa dimensión, no podrían hacer lo que Jesús les mando hacer. Jesús está probando la fe y la capacidad de liderazgo de los discípulos, pero ellos aún no daban muestra de ser líderes. 

La Biblia ofrece miles de promesas que benefician al pastor, siervo, líder e Iglesia en general, y lo sabemos muy bien, pero lo más terrible es que no la creemos. 

Este tipo de incredulidad cristiana y dureza de corazón enfermiza es lo que impide que impactemos   al mundo, crezcamos en Cristo y cumplamos el deseo de Dios.  La incredulidad y dureza de corazón detiene el avance de la obra de Dios, causa conflictos de toda clase y cede terreno a satanás.

 Una iglesia o una persona guiada por el Santo Espíritu según Colosenses 3.16 “hablarnos unos a otros” tiene compañerismo, amistad, comunión y buena relación con los demás.   Profunda y sincera relación espiritual entre todos los hermanos es el primer resultado de una iglesia que se somete al control del Espíritu. 

La segunda demostración de nuestro sometimiento al Espíritu es que por estar en paz con Dios y los demás, glorificamos a Dios por nuestra adoración que sale del corazón. 

Una tercera señal de nuestra obediencia al Espíritu es que en sincero contentamiento damos gracias a Dios en todo y por todo en vez de quejarnos y murmurar. 

Por último, cuando una persona o una iglesia que se someten a Dios tiene la facilidad de someterse a los demás en amor.

El pueblo de Israel no solo creyó a Dios y su Palabra cuando les dijo que, si daban vueltas alrededor de la ciudad de Jericó, el muro caería y la ciudad seria derrotada.   Dios les había dicho que ya había entregado en sus manos la ciudad, ellos solo debían creer, caminar en la dimensión de la fe, actuar en el lenguaje del Espíritu, la fe, y obedecer seguros que el triunfo era un hecho ya.

¿No será que nos hace falta caminar en el lenguaje de la fe para que la Iglesia logre lo que nos hemos proyectado?  ¿No será necesario como los discípulos, creer más en Jesús, sus palabras y promesas, en vez de dudar y ser incrédulos? 

DIOS ya nos aseguró que en Él todo lo podemos hacer, pero es necesario creerle, si creerle y quien le cree obedece cada detalle de sus planes para nosotros.

Dios les bendiga abundantemente.

 

 

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