UN MOMENTO CON DIOS
Dios nuestro guardador
"Jehová te guardará de todo mal; El guardará tu alma. Jehová guardará tu salida y tu entrada desde ahora y para siempre." (Salmo 121.7 – 8)
Cuenta la leyenda de los indios cherokee que
todo padre llevaba al bosque a su hijo con los ojos vendados y lo deja solo, al
cumplir la mayoría de edad.
El joven tiene la obligación de sentarse en un
tronco toda la noche y no quitarse la venda hasta que los rayos del sol brillen hasta la mañana siguiente.
El joven naturalmente está aterrorizado, puede oír
toda clase de ruidos, sentir que bestias salvajes rondan a su alrededor e
incluso pensar que algún humano puede hacerle daño. Escucha el viento soplar y
la hierba crujir, pero se mantiene sentado estoicamente en el tronco, sin
quitarse la venda. No puede pedir auxilio a nadie y si sobrevive a la noche, se
considera que ya es un hombre. Él no puede contar a los otros muchachos de su
tribu acerca de esta experiencia, debido a que cada joven debe enfrentar una
prueba similar.
Por último, después de una noche horrible, el sol
aparece y al quitarse la venda descubre a su padre sentado junto a él, quién
veló toda la noche para protegerlo de cualquier peligro.
Esa actitud es la misma que Dios tiene con cada uno
de sus hijos, porque en ningún momento nos deja solos ni aparta su mirada de
nosotros. Sus oídos siempre están atentos a nuestro clamor, y aunque muchas
veces su respuesta no es como la que esperábamos, siempre es la mejor.
Apartemos unos minutos para meditar en las grandes
obras y milagros que Dios hizo en nuestra vida.
¿Acaso Dios no nos libró
otras veces? Si lo hizo antes, ¿por qué no lo hará ahora también? Entonces, con
el corazón lleno de confianza, repitamos:
"Oh, Señor, ninguno hay como tú entre los
dioses; ni obras, que igualen tus obras Salmos." (86. 8)
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