UN
MOMENTO CON DIOS
Nuestro
tesoro.
"Vuestro oro y vuestra plata se han oxidado, su herrumbre será testigo contra vosotros y se consumirá vuestra carne como fuego. Es en los últimos días que habéis acumulado tesoros." (Santiago 5. 1 – 6)
Quizá
si no es el más imitado, uno de los personajes más imitados del siglo XXI es un
pequeño hombre corrompido por un tesoro que consiguió, y que la agonía y la
codicia que su tesoro le producía le cambió y paso de ser un pequeño hobbit a
una criatura extraña, la cual únicamente repetía una frase, mi tesoro.
No cabe
ninguna duda que este personaje es Gollum, de la película El Señor de los
Anillos, y su tesoro era el motivo de la película, un anillo con el que
gobernar a todas las criaturas existentes en el universo de Tolkien, y este
poder fue el que le corrompió hasta límites obsesivos. Este era su tesoro.
El ser
humano necesita tener sus tesoros, no siempre tienen que ser físicos, a veces
son emotivos, otras en cambio son ambiciones, pero sea como sea todos tenemos
un tesoro. Esto nos lleva a las palabras de Santiago, "Vuestro oro y
vuestra plata se han oxidado, su herrumbre será testigo contra vosotros y se
consumirá vuestra carne como fuego. Es en los últimos días que habéis acumulado
tesoros."
¿Cuál
es nuestro tesoro? ¿De qué está hecho?
Aunque
los tesoros que podemos tener podemos categorizarlos en muchos tipos, hay dos
grupos básicos que podemos hacer, los tesoros terrenales y los tesoros
celestiales y el Señor nos anima a "No os acumuléis tesoros en la
tierra, donde la polilla y la herrumbre destruyen, y donde ladrones penetran y
roban; sino acumulaos tesoros en el cielo."
¿Pero
cómo podemos acumular tesoros en el cielo? Aquí está la clave:
Corona
incorruptible. El apóstol Pablo dice en 1 de Corintios 9. 25: “Y todo el que
compite en los juegos se abstiene de todo. Ellos lo hacen para recibir una
corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible”
Existe
un tesoro eterno para aquellos que luchan contra su carne, en este mundo se
lucha por adelgazar, por estar en forma y se recibe una recompensa al alcanzar
el objetivo, pero mayor es el premio que dará Dios a aquellos que luchen contra
su carne y contra sus pasiones, una corona que no se corromperá por la
eternidad.
Corona
de gozo. “Así que, hermanos míos, amados y añorados, gozo y corona mía, estad
firmes en el Señor, amados.” Un gran mandamiento nos dejó el
Señor, “id por todo el mundo y predicad el evangelio”. Todos aquellos
que conozcan a Cristo por nuestras palabras serán contados como coronas para
nosotros, ¿no tendremos suficiente motivación para predicar sabiendo que no
solo ofrecemos vida a otros, sino que también recibiremos recompensa?
Corona
de gloria. “Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, recibiréis la corona
incorruptible de gloria.” Si, así es, aquellos a quien Dios ha escogido
como pastores recibirán su corona por un trabajo bien hecho. Es difícil
pastorear, cansado y lleno de problemas, pero no es más que un proceso para
acumular tesoros en el cielo, ¿no es esto fantástico?
Corona
de justicia. “En el futuro me está reservada la corona de justicia que el
Señor, el Juez justo, me entregará en aquel día; y no solo a mí, sino también a
todos los que aman su venida.” (2
de Timoteo 4.8)
¿Cuánto
deseamos el retorno de Cristo a este mundo? ¿Vivimos como si pudiese volver
ahora mismo? Para aquellos que viven con su maleta preparada, con la lámpara
llena de aceite hay también una corona.
Corona
de vida. “Bienaventurado el hombre que persevera bajo la prueba, porque una vez
haya sido aprobado, recibirá la corona de la vida que el Señor ha prometido a
los que le aman.”
¿Amamos
a Dios? ¿Se lo demostramos a diario o únicamente son palabras? Para aquellos
que aman a Dios y soportan la prueba, para estos, está preparada la corona de
la vida.
¿Dónde
está nuestro corazón? ¿Dónde estamos acumulando tesoros? Dios promete
recompensas para sus hijos, si luchamos por lo que tenemos en esta tierra, ¿No
nos esforzaremos por lo que podremos recibir en la eternidad?
Dios
les bendiga abundantemente.
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