lunes, 19 de septiembre de 2022

Un momento... Poniendo en alto el nombre de Dios

 


UN MOMENTO CON DIOS

Poniendo en alto el nombre de Dios.

 

“Te haré fructífero y multiplicaré tu descendencia. Haré de ti una multitud de naciones.”   (Génesis 48.4)

 

Cuando hemos conocido a alguien que deja una grata impresión en nosotros, cuando visitamos un lugar sorprendente o recibimos un servicio o atención más allá de nuestras expectativas solemos recomendar a esta persona o lugar con los demás.

¿Cómo lo hacemos? Hablamos de todo lo bueno que vivimos agregando un énfasis en lo que más disfrutamos, es como si pusiéramos el nombre de este lugar o de esta persona en alto para que todos los que nos rodean lo puedan ver claramente.

La Real Academia Española menciona como sinónimo de engrandecer o ensalzar a algo o a alguien la palabra: “bendecir”. Es decir que cuando resaltamos todo lo bueno y admirable de alguien lo estamos bendiciendo pues estamos aportando para que su fama y reputación crezca ante otras personas. ¿Cuál es el resultado de bendecir a alguien?

Una buena manera de entenderlo es con los “reviews” o reseñas que ahora son populares en diversos sitios de Internet, la suma de las recomendaciones o buenas reseñas de todas las personas que han usado cierto producto o asistido a cierto hotel o restaurante dan como resultado que esto que recomendamos se coloque en el primer lugar de su categoría, dicho de otro modo, se hace el favorito de la gente pues todos quieren experimentar lo bueno y único que hay allí.

La bendición entonces atrae la preferencia, atrae el favor. Solemos usar como frase la expresión: “que Dios te bendiga” pero ¿qué es lo que realmente estamos diciendo al hacerlo?

Que el favor y la preferencia de Dios estén sobre ti.  Dios nos quiere bendecir, es decir, quiere que en la medida que nosotros ponemos su nombre en alto nuestra vida sea un ejemplo de todo lo bueno que Él tiene para quienes confían en Él.

Desear la bendición de Dios es desear que todo lo bueno de Él fluya a través de nosotros para que otros sean alcanzados y atraídos a su amor.

A lo largo y ancho de la Biblia nos encontramos a Dios bendiciendo a diferentes personas.

En este versículo Jacob habla de un momento en el que Dios se le apreció y lo bendijo con estas palabras: “Te haré fructífero y multiplicaré tu descendencia. Haré de ti una multitud de naciones, y daré esta tierra… a tus descendientes como posesión perpetua.”

Dios se le apareció a Jacob para decirle todo esto bueno que yo tengo te lo quiero dar a ti y a tus hijos. Cuando Dios bendijo a Jacob también lo estaba engrandeciendo, estaba dándole algo exclusivo para él y para sus hijos.

Dios nos quiere bendecir para que seamos de bendición, para que otros sepan que Él sigue interesado en relacionarse con las personas, para que los demás sean atraídos por la plenitud de nuestras vidas y puedan ser guiados a los pies de nuestro Salvador.

¡No somos engrandecidos para poner nuestro nombre en alto o para que otros vean “lo buenos que somos”!

Sino para que la gente al conocernos y ver nuestra manera de vivir sean atraídos al amor de nuestro Dios.

Dios les bendiga abundantemente.

 

 

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