UN MOMENTO CON DIOS
Aferrémonos a la fe.
“Porque esta noche ha estado conmigo el ángel del Dios de quien soy y a quien sirvo, diciendo: Pablo, no temas; es necesario que comparezcas ante César; y he aquí, Dios te ha concedido todos los que navegan contigo. Por tanto, oh varones, tened buen ánimo; porque yo confío en Dios que será así como se me ha dicho”. (Hechos 27. 23 – 25)
La duda tiene el poder
de controlar la mente y la voluntad, o sea que, controla nuestros pensamientos,
sentimientos y la capacidad de tomar decisiones. Es por ello que por sentir
duda decidimos no ir a determinado lugar, no hacemos algunas cosas, no hablamos
a ciertas personas. Por esta causa, de la duda, se pierden amistades, trabajos,
buenas relaciones, oportunidades, y se toman decisiones de las cuales más tarde
nos arrepentimos, etc.
La duda desespera,
presiona, aflige, confunde, agiliza el accionar y a veces traiciona. La duda
supone un estado de incertidumbre: donde hay dudas no hay certezas. Si una persona
duda sobre algo, o alguien, no está seguro de la validez de esa cuestión o de
lo que dice ese alguien.
Incredulidad es un
sinónimo de duda, pero la duda a veces no tiene fundamentos que la justifiquen
mientras que la incredulidad a veces se sostiene por una enseñanza recibida o
por una experiencia vivida. Con todo, sentir o estar en duda es algo
totalmente negativo y peligroso.
Pensando en las
personas que acompañaban al apóstol Pablo en la nave donde lo llevaban preso
rumbo a Roma en Hechos 27-28, podríamos hasta justificar su miedo, temor y duda
sobre si vivirían o no y/o de las palabras que Pablo les decía.
Había viento, lluvia y amenazas de huracán y el movimiento del barco era tan
fuerte como de espanto por las olas que se elevaban para todos lados colaboraba
para acrecentara el miedo, el terror y la duda en todos.
Humanamente, no había
escape, ni salvación para todos, y debían tomar decisiones, alivianar la carga
del barco, y con ser así, no cambiaba nada el destino. Los soldados
temían por sus vidas pues es con lo que pagarían si los presos escapaban, ellos
morirían por el mar o por el castigo.
Sin embargo, cuando la
fe es mayor que la duda, nada de lo que suceda a nuestro alrededor puede robar
la seguridad, la confianza, la certeza que hay en el corazón y la mente.
Cuando se tiene esto, la duda no tiene cabida, el miedo no hace ningún
destrozo, no puede desestabilizar el estado de ánimo.
La fe es lo que da
contentamiento, y contentamiento es la capacidad de mantenerse tranquilo,
estable, satisfecho, seguro y confiado, aunque se esté en la más terrible
tempestad, en la desesperante oscuridad, en la angustiosa soledad, y en la
insoportable calamidad.
Esta fe en DIOS,
alimentada por Su Palabra, por la presencia del Espíritu, y el recuerdo de lo
que es DIOS, sus promesas y su persona, es lo que permite desestimar todo lo
que suceda a nuestro alrededor, y mantener firme la esperanza, la confianza y
la seguridad de la vida.
Pablo poseía una
confianza, seguridad en DIOS, y mantenía una comunicación y relación con Él,
que le hacía estar seguro y no sentir miedo de morir porque sabía que no iba a
morir aun cuando veía venir las olas altas y arrasadoras en contra del barco.
Lo que Pablo tenía es
lo que todos debemos tener, una fe segura, firme, y viva. Necesitamos estar
seguros de nuestra relación con DIOS cuando estemos en tempestades, cuando la
duda como un monstruo gigante nos quiera destruir, cuando la desconfianza, la
incertidumbre, las presiones, y las circunstancias adversas atenten contra
nuestra fe, por favor, aférrate a la fe viva en Dios.
Creamos las promesas de
DIOS, no nos olvidemos quien es el que las prometió. Solo recordemos, la fe es
superior a la duda, y DIOS es superior a todo.
Dios les bendiga
abundantemente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario