miércoles, 21 de septiembre de 2022

Un momento... Aferrémonos a la fe

 


UN MOMENTO CON DIOS

Aferrémonos a la fe.

 

 “Porque esta noche ha estado conmigo el ángel del Dios de quien soy y a quien sirvo, diciendo: Pablo, no temas; es necesario que comparezcas ante César; y he aquí, Dios te ha concedido todos los que navegan contigo. Por tanto, oh varones, tened buen ánimo; porque yo confío en Dios que será así como se me ha dicho”. (Hechos 27. 23 – 25)

 

La duda tiene el poder de controlar la mente y la voluntad, o sea que, controla nuestros pensamientos, sentimientos y la capacidad de tomar decisiones. Es por ello que por sentir duda decidimos no ir a determinado lugar, no hacemos algunas cosas, no hablamos a ciertas personas. Por esta causa, de la duda, se pierden amistades, trabajos, buenas relaciones, oportunidades, y se toman decisiones de las cuales más tarde nos arrepentimos, etc.

La duda desespera, presiona, aflige, confunde, agiliza el accionar y a veces traiciona. La duda supone un estado de incertidumbre: donde hay dudas no hay certezas. Si una persona duda sobre algo, o alguien, no está seguro de la validez de esa cuestión o de lo que dice ese alguien.

Incredulidad es un sinónimo de duda, pero la duda a veces no tiene fundamentos que la justifiquen mientras que la incredulidad a veces se sostiene por una enseñanza recibida o por una experiencia vivida.  Con todo, sentir o estar en duda es algo totalmente negativo y peligroso.

Pensando en las personas que acompañaban al apóstol Pablo en la nave donde lo llevaban preso rumbo a Roma en Hechos 27-28, podríamos hasta justificar su miedo, temor y duda sobre si vivirían o no y/o de las palabras que Pablo les decía.   Había viento, lluvia y amenazas de huracán y el movimiento del barco era tan fuerte como de espanto por las olas que se elevaban para todos lados colaboraba para acrecentara el miedo, el terror y la duda en todos. 

Humanamente, no había escape, ni salvación para todos, y debían tomar decisiones, alivianar la carga del barco, y con ser así, no cambiaba nada el destino.  Los soldados temían por sus vidas pues es con lo que pagarían si los presos escapaban, ellos morirían por el mar o por el castigo.

Sin embargo, cuando la fe es mayor que la duda, nada de lo que suceda a nuestro alrededor puede robar la seguridad, la confianza, la certeza que hay en el corazón y la mente.  Cuando se tiene esto, la duda no tiene cabida, el miedo no hace ningún destrozo, no puede desestabilizar el estado de ánimo.   

La fe es lo que da contentamiento, y contentamiento es la capacidad de mantenerse tranquilo, estable, satisfecho, seguro y confiado, aunque se esté en la más terrible tempestad, en la desesperante oscuridad, en la angustiosa soledad, y en la insoportable calamidad.   

Esta fe en DIOS, alimentada por Su Palabra, por la presencia del Espíritu, y el recuerdo de lo que es DIOS, sus promesas y su persona, es lo que permite desestimar todo lo que suceda a nuestro alrededor, y mantener firme la esperanza, la confianza y la seguridad de la vida.

Pablo poseía una confianza, seguridad en DIOS, y mantenía una comunicación y relación con Él, que le hacía estar seguro y no sentir miedo de morir porque sabía que no iba a morir aun cuando veía venir las olas altas y arrasadoras en contra del barco.

Lo que Pablo tenía es lo que todos debemos tener, una fe segura, firme, y viva. Necesitamos estar seguros de nuestra relación con DIOS cuando estemos en tempestades, cuando la duda como un monstruo gigante nos quiera destruir, cuando la desconfianza, la incertidumbre, las presiones, y las circunstancias adversas atenten contra nuestra fe, por favor, aférrate a la fe viva en Dios. 

Creamos las promesas de DIOS, no nos olvidemos quien es el que las prometió. Solo recordemos, la fe es superior a la duda, y DIOS es superior a todo.

 Dios les bendiga abundantemente.

 

 

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