UN MOMENTO CON DIOS
Dios siempre escucha
nuestras oraciones.
“Y esta es la confianza que tenemos en él, que, si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye” (1 Juan 5. 14)
Todo cristiano
posiblemente ha experimentado más de una oportunidad ora a Dios, pero sentir
que Dios no le escucha. Sentir tal sensación es natural pero no es
lo ideal, pues Dios siempre escucha ya que él no puede tener problemas
auditivos.
Si pensamos que la
oración es mejor escuchada por la forma en que le hablamos, estamos muy
equivocados.
Hay personas que son
elocuentes y usan de retórica para orar que cualquiera que los escuche queda
asombrado, más eso no manipula a Dios. La oración no es mejor aún ni por
la posición física que empleemos al momento de orar, o el tono que usemos, ni
las palabras o promesas que hagamos.
En esto de la oración
no vale posición social, rango de autoridad, nivel académico, ni
parentesco.
La oración no es mejor
por la duración, frecuencia, forma, estilo, ni la hora en que se haga, es más
ni por el tiempo de ser cristiano.
El apóstol Juan en su 1
carta, es muy claro al decir: “Y esta es la confianza que tenemos en él, que,
si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye”.
Aquí encontramos el primer
requisito para que la oración sea no solo escuchada por Dios sino contestada,
si está de acuerdo o si es conforme a la voluntad de Dios. En otras palabras,
si oramos apegados a la Palabra de Dios. Significa, orar con fe y con corazón
limpio.
Al leer 1 Juan 5. 15
encontramos un segundo requisito que se debe cumplir para que nuestra oración
no solo la escuche Dios, sino que le dé respuesta según su voluntad.
Dice: “Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que le pedimos, sabemos
que tenemos las peticiones que le hemos hecho”.
Cuando oramos a Dios
debemos regirnos a la Palabra, pero necesitamos tener mucha fe, seguridad,
contentamiento en que él nos escucha y responde. Dice que si tenemos fe o
seguridad de que hemos orado conforme a su voluntad o su Palabra, tenemos las
peticiones, no las respuestas, sino tenemos la seguridad que Dios nos ha
atendido, ha recibido las peticiones, nos toca solo esperar en silencio, en
deleite, paz, contentamiento y mucha paciencia.
Así que, primero
quitemos de nuestra mente el pensamiento de que Dios no nos escucha porque él
si escucha. Segundo, al hacer las oraciones asegurémonos que estén
apegadas a lo que Dios dice en su Palabra.
Tercero, cada oración
debe estar guiada por el Santo Espíritu y por los méritos únicos de nuestro
Señor Jesucristo. Cuarto, las oraciones deben ser acompañadas de fe, y con la
seguridad de que cualquiera que sea la respuesta de Dios será lo mejor.
Quiere decir entonces,
que nuestra tarea es orar, llevar las peticiones ante el trono de Dios, con fe,
con corazón limpio y en pleno contentamiento.
No olvidemos, el tiempo
de Dios para dar respuesta a nuestras peticiones es muy diferente al tiempo
nuestro. Así que, oremos y esperemos con fe, pero sin desmayar, pues Dios
siempre escucha y responde.
Dios les bendiga
abundantemente.
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