jueves, 21 de junio de 2018

Leyendo... Jeremías capítulo 1



LECTURA DIARIA:
Jeremías capítulo 1

Jeremías era profeta y a la vez sacerdote. Dios le instruyó para que reclamara una heredad en esa ciudad.

Jeremías era de Anatot, ciudad a unos 6, 5 km de Jerusalén en el reino del sur. Jeremías vivió y profetizó durante los reinados de los últimos reyes de Judá. Este fue un tiempo caótico política, moral y espiritualmente hablando. Mientras Babilonia, Egipto y Asiria luchaban por la supremacía mundial, Judá se vio atrapada en medio de un triángulo. A pesar de que Jeremías profetizó durante cuarenta años, nunca vio que su pueblo le prestara atención y se apartara de sus pecados.
La soberanía de Dios se mostró al formar, santificar (apartar) y ordenar (designar) a Jeremías por profeta a las naciones (Asiria, Babilonia, Egipto, Judá y otras).
Jeremías pensó que era solo “un niño”, demasiado joven e inexperto para ser el vocero de Dios para el mundo. Sin embargo, Dios le prometió estar con él. Dios prometió librar a Jeremías durante los problemas, no evitar que estos vinieran. Dios no lo eximió de prisiones, deportación ni insultos.
El trabajo era advertirle no solo a los judíos, sino a todas las naciones del mundo acerca del juicio de Dios sobre el pecado.
La primera visión del profeta fue una vara de almendro, en el pensamiento hebreo, de entre todos los árboles, se considera al almendro como el «vigía», porque florece temprano, es decir, vela diligentemente, esperando la oportunidad de florecer.
Una segunda visión es una olla que hierve (juicio y calamidad) en el norte, debido a que de allí procedía la mayoría de los invasores de Israel y Judá.
La visión de la vara de almendro revela el comienzo del juicio de Dios, ya que el almendro es de los primeros en florecer en la primavera. Dios vio el pecado de Judá y de las naciones, y llevaría a cabo un juicio rápido y certero. La olla que hierve, derramándose sobre Judá representaba a Babilonia entregando el juicio ardiente de Dios, en contra del pueblo de Jeremías.
Los babilonios fueron los principales instrumentos utilizados por Dios para castigar a sus enemigos y acamparon a la entrada de las puertas de Jerusalén. El juicio vendría a causa de la violación del pacto (contra los que me dejaron) y la idolatría.
El pueblo de Judá pecó en gran manera al continuar quemando incienso a los ídolos y adorándolos. Dios les advirtió en específico en contra de esto, debido a que el idólatra confía en la creación y no en el Creador. Aunque este pueblo pertenecía a Dios, optó por seguir dioses falsos.

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