domingo, 10 de junio de 2018

Leyendo... Isaías capítulo 57



LECTURA DIARIA:
Isaías capítulo 57

En este capítulo continúa la idea de 56.9-13, haciendo énfasis en la población en general. Un Israel disciplinado todavía es culpable de todas las formas de idolatría y sacrificio pagano que caracterizaron a los tiempos pre-exílicos. Sumido en su adulterio espiritual, no siente temor de Dios, ni inclinación al arrepentimiento.

En los versículos 3 y 4 el profeta tiene palabras muy duras para los samaritanos, aquellos medio hermanos de los judíos, descendientes de los antiguos israelitas que fueron dejados en su tierra por los asirios y de diferentes grupos étnicos paganos traídos por los mismos asirios. Los samaritanos eran los enemigos más hostiles de la pequeña y débil comunidad judía que había vuelto del cautiverio babilónico, como lo revela repetidas veces el libro de Nehemías. Aludiendo a su origen étnico mixto y a su religión sincretista el profeta dice: descendientes de adúltero y prostituta. Es decir, su inclinación idólatra les había venido por la vía de la herencia.
Sin embargo, el profeta no concebía a estos samaritanos como un factor étnico totalmente ajeno a la herencia y a la misión de Israel en la historia, como habría sucedido en el caso de Esdras y Nehemías. Es posible que al llamarles hijos rebeldes, pero de todas maneras hijos, aún los considere dentro del mismo plano que a los judíos.
Los versículos 5-8 describen algunas de las prácticas idolátricas de los antiguos samaritanos: el culto asociado a los robles, la adoración de ciertas piedras modeladas por el efecto constante del agua, el culto de la fertilidad asociado con los lugares altos, etc.
El versículo  9 parece aludir a la interferencia de elementos paganos de origen amonita en la vida de la comunidad judía.
El versículo  14 constituye la continuación de las palabras de Jehová en el capítulo anterior. A pesar de habitar en las alturas y en santidad, se abre camino para reencontrarse con los anhelos y expectativas de su pueblo, porque él está con el de espíritu contrito y humillado para vivificar el corazón de los oprimidos.
En los versículos 16-18 Jehová se propone condescender con su pueblo, a pesar de sus fracasos y frustraciones, ya que sus objetivos no son para que su pueblo perezca ante las justas demandas de su Dios, sino que halle una tregua y experimente la bendición divina a pesar de su iniquidad. Entonces expresa estas palabras llenas de amor y condescendencia: He visto sus caminos, pero lo sanaré…. Estas palabras son enfatizadas en el versículo  19: Yo lo sanaré.
El profeta vislumbra un avivamiento en el pueblo de Dios, más allá del área del monte santo y de las fronteras del minúsculo territorio de Judá.

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