viernes, 26 de mayo de 2017

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LECTURA DIARIA:
1 de Crónicas capítulo 28

Los últimos dos capítulos de 1 Crónicas presentan una transición del reino de Israel de David a Salomón. El escritor de Crónicas no menciona la conspiración de Adonías ni la flaqueza de David. En cambio, se centra en lo positivo: los planes de Dios y su promesa para Israel y los descendientes de David.

El reino de Israel pertenecía a Dios, no a David o a cualquier otro hombre. El rey de Israel, entonces, era el asistente de Dios, comisionado para llevar a cabo la voluntad de El para la nación. Así, Dios pudo escoger a la persona que quiso como rey sin seguir las líneas acostumbradas de sucesión. David no fue el heredero de Saúl, y Salomón no fue el hijo mayor de David, pero esto no tuvo importancia debido a que Dios los designó.
David dijo a Salomón que fuera cuidadoso en guardar todos de los mandatos de Dios para asegurar la prosperidad de Israel y la continuidad de los descendientes de David en el trono. Era deber solemne del rey estudiar y obedecer las leyes de Dios.
David aconsejó a Salomón que no tuviera miedo por el tamaño de la tarea como rey y constructor del templo.
Tanto por mensaje profético vía Natán como por visión personal, David se daba cuenta de que a él no le correspondía construir el templo de Dios. Este pasaje aborda cómo David desafía a su hijo Salomón públicamente a que realice tal proeza. Previamente David se lo había dicho de manera privada.
Los versículos 4, 5, en unión con el versículo 7, aclaran que la perpetuidad de la dinastía está condicionada por la obediencia de Salomón a Dios. El que David tuviera muchos hijos hace que la selección de Salomón fuera aun más sobresaliente.
Los versículos 13-18 hablan de los preparativos adicionales hechos por David respecto a los planes para el templo. Se hace alusión a los arreglos realizados por David respecto a las mismas funciones de los levitas en el templo. Una de las mayores contribuciones de David era la provisión de los materiales necesarios para la realización de una construcción de esta magnitud.
El versículo 19 emplea una frase muy característica de la escuela sacerdotal: Todo esto… está por escrito, porque la mano de Jehová está sobre mi… Para estas alturas, en el tiempo del Cronista, la voz viva del profeta se había callado; la palabra de Dios se encontraba sólo en lo escrito.

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