miércoles, 10 de mayo de 2017

Leyendo... 1 de Crónicas capítulo 12


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LECTURA DIARIA:
1 de Crónicas capítulo 12

Siclag era una ciudad filistea a la cual había escapado David para esconderse de Saúl. Aquis, el gobernante filisteo de esa área, estaba feliz de tener a un famoso guerrero israelita que había desertado de su tierra. Sin embargo, no sabía que David sólo estaba fingiendo su lealtad. Aquis dio la ciudad de Siclag a David, su familia, y su ejército (1 de Samuel 27.5-7). El paradero de David no era un gran secreto, y muchos seguidores leales se le unieron ahí. 
David se rodeó de grandes guerreros, el mejor de los ejércitos israelita. 
Todos los guerreros que se mencionan aquí eran de la tribu de Benjamín. Incluso miembros de la propia tribu de Saúl que desertaban para ayudar a David a convertirse en rey de Israel. Estaba claro para ellos que Dios había elegido a David para ser el siguiente líder de Israel. 
Si bien los hombres de Benjamín eran arqueros y honderos experimentados, los guerreros de Gad eran expertos con el escudo y la lanza. Las lanzas israelitas tenían las astas de madera y las puntas de hueso o piedra las cuales a menudo eran lanzadas por el aire hacia su objetivo. Las lanzas filisteas tenían astas de bronce y puntas de acero y los escudos eran de madera recubierta con piel. Con frecuencia los escuderos portaban grandes escudos y su tarea principal era proteger al guerrero. 
David poseía "un gran ejército, como el ejército de Dios". Estos hombres fueron atraídos por David debido a la reputación de sus grandes guerreros, las noticias de sus victorias y el deseo de que se hiciera la voluntad de Dios al hacer rey a David. 
Dios había dicho a los levitas que estarían exentos del servicio militar, a pesar de que ellos estaban exentos de reclutamiento, aquí apoyaron mucho a David y ofrecieron sus servicios voluntariamente para ayudar a instalarlo como rey. Doscientos de los principales de la tribu de Isacar entendieron los tiempos. Como resultado, su conocimiento y juicio proporcionaron la ayuda necesaria para tomar las decisiones de la nación. 
El pueblo estaba listo para un cambio. Había sufrido bajo el liderazgo de Saúl y por su desobediencia a Dios. Estaba tan eufórico con la coronación de David que esto contribuyó abundantemente a la celebración.

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