UN MOMENTO CON DIOS
Vida victoriosa
“¿Hasta cuándo, Señor, he de pedirte ayuda sin que tú me escuches? ¿Hasta cuándo he de quejarme de la violencia sin que tú nos salves? ¿Por qué me haces presenciar calamidades? ¿Por qué debo contemplar el sufrimiento? Veo ante mis ojos destrucción y violencia; surgen riñas y abundan las contiendas." (Habacuc 1. 2 – 3)
Cuando pensemos que ya
no queda esperanza porque todo está perdido recordemos que el tiempo de DIOS es
preciso. DIOS nunca llega antes ni después. ÉL llega justo en el momento
de mayor necesidad y cuando es más conveniente.
Nosotros que estamos
tan acostumbrados a estar pendientes de los años, meses, días, horas, minutos y
segundos nos desconcertamos cuando pensamos que DIOS se tarda en responder.
Para comenzar, ÉL no es
un genio que se encuentra atrapado en una botella y que si lo liberamos, nos
concederá tres deseos.
Si hay algo que debemos
entender es que Dios está más allá del tiempo y el espacio y por lo tanto no
está sujeto a las limitaciones de éstos.
Alguien nos vendió la
idea de que la vida plena debía ser un jardín de rosas, libre de problemas y
dificultades. Quien nos vendió esta utopía pasó por alto que las rosas con todo
lo bellas y fragantes que son, también tienen espinas.
El Señor Jesús nos
prometió que si lo aceptábamos como Señor y Salvador tendríamos vidas
abundantes. ÉL no habló de jardines de rosas ni de vidas libres de problemas.
Por el contrario nos advirtió que en este mundo afrontaríamos aflicciones.
Lo que Dios nos da para
afrontar las aflicciones y los problemas es fortaleza y ánimo para que nos
desmayemos y salgamos victoriosos, perfeccionados y fortalecidos para enfrentar
retos aún más difíciles con éxito total. La vida abundante es aquella que es
victoriosa sobre los problemas.
Dios está bien al tanto
de nuestra situación. ÉL sabe perfectamente cuál es nuestro sufrimiento y no se
quedará tranquilo hasta habernos concedido Su justicia divina.
Esperemos con paciencia
el tiempo de Dios y la paz del Señor inundará nuestro ser y nos dará la
tranquilidad y fortaleza que necesitamos en ese momento para superar la
prueba. Dios ya se está levantando para atender nuestro caso y nuestro
clamor.
Pongamos nuestras
esperanzas en Dios y saldremos victoriosos de las pruebas.
Dios les bendiga
abundantemente.
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