UN MOMENTO CON DIOS
Hay caminos y caminos.
“La sabiduría te librará del camino
de los malvados, de los que profieren palabras perversas, de los que se
apartan del camino recto para andar por sendas tenebrosas,”
(Proverbios 2. 12 – 13)
“Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” (Juan 14. 6)
Hay caminos anchos y
espaciosos y hay caminos estrechos y difíciles. Hay caminos llanos y otros son
muy empinados. Hay caminos derechos y otros son extremadamente con muchas
curvas. Hay caminos de sombras y hay caminos claros e iluminados.
Hay caminos secos y hay
caminos fangosos. Hay caminos firmes y hay caminos resbalosos. Hay caminos
llanos y hay caminos escabrosos. Hay caminos que nos conducen a las alturas y
hay caminos que nos llevan directamente al abismo. Hay caminos perennes y hay
caminos que con el tiempo desaparecen.
En fin, hay muchas
clases de caminos y a casi todos nosotros nos ha tocado, nos toca y nos tocará
tener que transitar por muchos de estos diferentes caminos a lo largo de
nuestra vida.
Pero, ¿qué es lo que
hace que la serenidad del caminante y su progreso no dependa de las variadas
circunstancias del terreno y que muchos, aunque les haya tocado senderos llenos
de obstáculos y dificultades, se sientan seguros y confiados de que el trayecto,
sea inhóspito o agradable, los llevará a buen destino?
La diferencia está en
quién nos acompaña en nuestra travesía. ¿A quién hemos buscado para que nos
ayude a avanzar sin problemas, independientemente de las eventualidades de la
vida?
Hay un sólo compañero
que puede garantizarnos la paz y el gozo y el avance seguro hacia el mejor
destino y ÉL es el Señor Jesucristo. De Su mano, no tenemos por qué temer pues
ÉL se encargará de retirar cualquier obstáculo que se interponga a nuestro paso
y nos dará vía libre hasta la presencia del Altísimo.
Cuidemos, pues, de
hacernos acompañar por la única persona que nos da garantías de llevarnos a
feliz término independientemente del sendero que tengamos que recorrer.
Busquemos hoy a Cristo
y tomemos Su mano.
Dios les bendiga
abundantemente.
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