viernes, 3 de junio de 2022

Un momento... La traición

 


UN MOMENTO CON DIOS

La traición

 

“Entonces uno de los doce, que se llamaba Judas Iscariote, fue a los principales sacerdotes, y les dijo: ¿Qué me queréis dar, y yo os lo entregaré? Y ellos le asignaron treinta piezas de plata. Y desde entonces buscaba oportunidad para entregarle.” (Mateo 26. 14 – 16)

 

Todos hemos experimentado o sido testigos, en algún momento, de una traición. Y ningún ejemplo en la Biblia ilustra más claramente el dolor, la culpa y la vergüenza causados por el pecado que cometió Judas. Él tuvo el privilegio de ser escogido como uno de los Doce Discípulos.

Judas tenía bajo su responsabilidad el cuidado del dinero de los discípulos. Pero Juan 12. 6 revela una verdad importante acerca de Judas: era un ladrón. Él es un personaje muy fácil de poder juzgar, la historia ha revelado como este discípulo, aun cuando anduvo al lado de nuestro Señor Jesús todo el tiempo de su Ministerio, no entendió la visión del Reino que el Maestro venía a presentar y dejándose arrastrar por el pecado, optó por llevar a cabo el acto de traición más famoso de toda la historia de la humanidad.

Juan apunta que la codicia era la debilidad de Judas. Después de que María ungió los pies del Señor, Judas se quejó, diciendo: "¿Por qué no fue este perfume vendido por trescientos denarios, y dado a los pobres?". Este pasaje aclara que solo quería el dinero para él. Uno puede asumir con seguridad que si Judas había llegado al punto de robar dinero de la provisión de Jesús, es porque su codicia no había sido detectada.

Ese pecado oculto era todo lo que satanás necesitaba para introducirse en su vida. Y una vez que el enemigo entró, el discípulo "buscaba una oportunidad" para traicionar a Jesús.

1 Pedro 5. 8 dice que el diablo es como un "león rugiente, buscando a quien devorar". Y en Judas, Satanás encontró una víctima dispuesta. Y para ser sinceros, todos tenemos la tendencia natural hacia el pecado.

La comunión diaria con DIOS evita que los pecados ocultos se conviertan en problemas mayores. Si no es resistido, el "león rugiente" vendrá también por nosotros, cualquiera que sea nuestra debilidad.

Pidámosle al Señor que nos revele cualquier pecado que necesitemos reconocer, y enfrentémoslo; no permitamos que el pecado nos lleve por el camino de Judas. No permitamos que, momentos de falta de visión, nos roben todo lo que Jesús nos ha dado, no busquemos esas “30 monedas de plata”, no valen la pena, será placer momentáneo que no llenará nuestra vida de verdadero gozo.

Rindámonos a Jesús, reconozcámoslo como nuestro Señor y Salvador, como el arquitecto de nuestra nueva vida y vivamos cada día junto a ÉL, como que si fuera el último de nuestra existencia acá en la tierra, pues luego heredaremos la vida eterna preparada para todos aquellos que vivieron, sin vender o entregar a Jesús.

Dios les bendiga abundantemente.

 

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