UN MOMENTO CON DIOS
Necesitamos un nuevo
corazón
“Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de el mana la vida” (Proverbios 4. 23)
Hace muchos años
existía un dicho popular que aconsejaba a aquellos que se afanaban demasiado a
tomar las cosas con calma, pues podía afectarles el corazón, y lo peor era que
no tenía cura. Decía más o menos así: “No te agites que el corazón no se
opera.”
Los años
transcurrieron, y los adelantos de la ciencia y la tecnología fueron cada vez
más grandes, y la validez de aquel dicho fue disminuyendo. Después de años de
estudios e investigaciones, por primera vez en 1967 un corazón humano fue
trasplantado en el cuerpo de otro ser humano por un cirujano surafricano
llamado Christian Barnard. En aquella ocasión, el corazón de una mujer de 25
años que había muerto en un accidente fue removido y colocado en el pecho de un
hombre de 55 años cuyo corazón estaba tan enfermo que estaba a punto de morir.
Este hombre sobrevivió solamente 18 días, pero su operación marcó el inicio de
una nueva era en la cirugía.
Más de 40 años después,
miles de personas que estuvieron a punto de morir están viviendo vidas
completamente normales.
Uno de ellos, un hombre
recibió un trasplante de corazón después de muchos años sufriendo de una enfermedad
que fue degenerando su corazón al punto que llegó un momento en que apenas
podía respirar.
Tiempo después de la
exitosa operación este hombre declaró: “Me maravillo de cómo mi nuevo
corazón ha transformado mi vida. Habiendo estado enfermo por tanto tiempo, la
enfermedad se convirtió en lo normal para mí. Ya no sabía realmente lo que era
sentirme bien. Y de repente recibo este corazón nuevo y la sangre empieza a
correr normalmente por mis venas a través de todo mi cuerpo.
Es como si hubiera resucitado.”.
El rey David cayó en el
pecado de adulterio con Betsabé, y más tarde concibió el plan para asesinar al
esposo de ésta. Cuando el profeta Natán lo confrontó de parte de DIOS, David
tomó conciencia del pecado cometido, y una gran congoja invadió su corazón.
Entonces, quebrantado y arrepentido, suplicó al Señor: “Crea en mí, oh
DIOS, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí. No me eches
de delante de ti, y no quites de mí tu santo Espíritu. Vuélveme el gozo de tu
salvación, y espíritu noble me sustente.” (Salmo 51.10 - 12).
Ante un acto de
contrición y arrepentimiento tan sincero, Dios lo perdonó, y desde ese momento
David vivió de acuerdo al concepto de que él era un varón conforme al corazón
de DIOS. (1 Samuel 13. 14).
Al igual que Dios hizo
con David, puede hacer con nosotros si deseamos que ÉL cambie nuestro corazón y
restaure nuestra salud espiritual. Sólo tenemos que arrepentirnos de nuestros
pecados y confesarlos delante del Señor. ÉL, en su infinita misericordia, nos
contestará dándonos un corazón lleno de la paz y el gozo de su Santo
Espíritu.
¡Qué alegría nos da
saber que Dios comprende la condición terminal en que se encuentran nuestros
corazones, y nos da a su Hijo para sanarnos!
El corazón
del hombre que es: el asiento de los afectos y de las pasiones, el asiento
de la sabiduría y del entendimiento, el centro
del ser del hombre, necesita ser transformado, necesita ser
consolado, necesita ser resguardado. Por eso, hoy, Dios nos dice a
todos: “Dame, hijo mío, tu corazón”.
Dios les bendiga
abundantemente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario