lunes, 27 de junio de 2022

Un momento... Aprender a escuchar

 


UN MOMENTO CON DIOS

Aprender a escuchar

 

 “El Señor le ordenó: —Sal y preséntate ante mí en la montaña, porque estoy a punto de pasar por allí. Como heraldo del Señor vino un viento recio, tan violento que partió las montañas e hizo añicos las rocas; pero el Señor no estaba en el viento. Al viento lo siguió un terremoto, pero el Señor tampoco estaba en el terremoto. Tras el terremoto vino un fuego, pero el Señor tampoco estaba en el fuego. Y después del fuego vino un suave murmullo. Cuando Elías lo oyó, se cubrió el rostro con el manto y, saliendo, se puso a la entrada de la cueva.” (1 Reyes 19. 11 – 13)

 

A veces nos resultará difícil lograr que nuestros pensamientos o sentimientos sean escuchados en medio de tanto ruido. Son tantas las cosas que demandan nuestra atención, que muy pocas personas se toman el tiempo o tienen la capacidad de escuchar, aún aquéllas cosas que son realmente importantes.

Había una señora que, contrario a la mayoría de la sociedad, había tenido una familia numerosa, compuesta por cuatro varones y tres niñas. Lo más interesante de esa familia era que todos esos niños escuchaban a su mamá. Ante esto, alguien le preguntó, cómo hacía para lograrlo.  Su respuesta fue muy simple: "Con tantos niños en la casa, hace tiempo descubrí que los gritos no sirven para nada, y que los susurros son mucho más efectivos".

Cuando uno mira las noticias, en muchas ocasiones ve políticos, delincuentes, o grupos de protesta gritando para tratar de llamar la atención. Cuando uno lee el periódico puede ver los titulares de los más recientes escándalos. Aún los niños piensan que son más importantes cuando gritan.

Si bien Dios es capaz de tronar Su poder, parece que lo que más hace es susurrarnos Su amor. Un huracán, una plaga, o un terremoto pueden mostrarnos que ÉL controla este mundo, pero la Escritura nos habla acerca de cómo comparte Su amor a través de susurros.

Miren al arco iris que puso en los cielos para recordarnos a Noé y a nosotros de Su pacto. Escuchen, como escuchó Elías, la voz suave del Señor. Miren al pesebre de Belén, o deténganse en el silencio de la tumba abierta del domingo de resurrección. En todos esos lugares DIOS susurró Su amor... el amor que logró nuestra redención.

Qué pasaría si las personas dejaran de gritar por las cosas que quieren y escucharan lo que el Señor está tratando de decirles... quizás muchas de las penas del mundo comenzarían a desaparecer. Valdría la pena probar, ¿no te parece?

Dios les bendiga abundantemente.

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