UN MOMENTO CON
DIOS
Una buena vida
Jesús dijo, "El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.” (Juan 10. 10)
A diferencia de un ladrón, el Señor Jesús no
vino por razones egoístas. Vino a dar, no a recibir. Vino para que las personas
puedan tener vida en Él que es significativa, útil, alegre y eterna. Recibimos
esta vida abundante el momento que lo aceptamos como nuestro Salvador.
Esta palabra "abundante" en griego es perisson, significando
"excesivamente, altamente, más allá de la medida, más, superfluo, una
cantidad tan abundante como para ser considerablemente más de lo que uno
esperaría o anticiparía". En definitiva, Jesús nos promete una vida mucho
mejor de la que nos podríamos imaginar, un concepto que nos recuerda de 1 Corintios 2.9: "Cosas
que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que
Dios ha preparado para los que le aman.".
El apóstol
Pablo nos dice que Dios es capaz de “hacer todas las cosas mucho más
abundantemente de lo que pedimos o entendemos”, y lo hace por Su poder, un
poder que está obrando dentro de nosotros si le pertenecemos a Él (Efesios 3.20)
Antes de comenzar a tener visiones de casas lujosas, coches caros, cruceros en
todo el mundo, y más dinero de lo que podemos gastar, tenemos que hacer una
pausa y pensar en lo que Jesús enseña sobre la vida abundante.
La vida
abundante no consiste de una abundancia de cosas materiales. Si ese fuera el
caso, Jesús habría sido el más rico de los hombres.
La vida
abundante es la vida eterna, una vida que comienza en el momento que venimos a
Cristo y lo recibimos como Salvador, y continúa a lo largo de toda la
eternidad.
La definición
bíblica de la vida, específicamente la vida eterna, es proporcionada por Jesús
mismo: "Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios
verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado. " (Juan 17.3)
Esta definición
no hace mención de la longitud de los días, la salud, la prosperidad, la
familia o la carrera. De hecho, lo único que menciona es el conocimiento de
Dios, que es la clave para una vida verdaderamente abundante.
Dios nos asegura que no necesitamos preocuparnos de la comida ni la vestimenta,
pues sabe nuestras necesidades (Mateo 6.25-32; Filipenses 4:19)
Las bendiciones
físicas pueden o no ser parte de una vida centrada en Dios; ni la riqueza ni la
pobreza es un indicio seguro de nuestra posición con Dios. Salomón tuvo todas
las bendiciones materiales disponibles a un hombre, pero encontró todo sin
sentido, vanidad de vanidades (Eclesiastés 5.10-15).
Pablo, por otro
lado, estaba contento en cualquier circunstancia física en la que se encontraba
(Filipenses
4.11-12)
La vida eterna, la vida por la cual un cristiano realmente se preocupa, no es
determinada por la duración, sino por una relación con Dios. Esto es por qué,
una vez que nos convertimos y recibimos el regalo del Espíritu Santo,
La vida de un
cristiano gira alrededor del principio de crecer “en la gracia y el
conocimiento de nuestro Señor y el Salvador Jesucristo” (2 Pedro 3.18).
Esto nos enseña
que la vida abundante es un proceso continuo de aprendizaje, práctica, y
maduración, así como fracaso, recuperación, ajuste, perseverancia, y
vencimiento, porque, en nuestro estado actual, “vemos por espejo, oscuramente”
(1
Corintios 13.12).
Un día veremos
a Dios cara a cara, y le conoceremos completamente tal como seremos conocidos
completamente. Ya no lucharemos con el pecado y la duda. Esto será la vida
abundante finalmente realizada.
La verdadera vida abundante consiste en una abundancia de amor, gozo, paz y el
resto del fruto del Espíritu (Gálatas
5.22-23), no una abundancia de "cosas".
Dios les
bendiga abundantemente.
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