UN
MOMENTO CON DIOS
Seamos
humildes
“Pero que el hermano de condición humilde se gloríe en su alta posición, y el rico en su humillación, pues él pasará como la flor de la hierba. Porque el sol sale con calor abrasador y seca la hierba, y su flor se cae y la hermosura de su apariencia perece; así también se marchitará el rico en medio de sus empresas.” (Santiago 1. 9 – 11)
Vivimos
en una sociedad clasista, un país donde un famoso sale de la cárcel después de
haber matado en un accidente de tráfico y es aclamado en su salida, donde políticos
corruptos que han gobernado un país dejándolo sin recursos, mientras ellos
tienen fortunas incalculables, se vuelven a postular como candidatos y muchos
los aclaman y los vuelven a votar.
No es
la intención hablar sobre la situación de la justicia, solamente la diferencia
que hay entre el trato a aquellos que son famosos y a otros que son uno más en
la sociedad. Esta es la historia que se repite una y otra vez, los privilegios
de los ricos ante el menosprecio de los pobres.
Mientras
que para el ser humano la posición se basa en riquezas, fama, popularidad, etc.
para Dios los parámetros utilizados son diferentes, por esto Santiago
escribe “pero que el hermano de condición humilde se gloríe en su alta
posición, y el rico en su humillación, pues él pasará como la flor de la
hierba. Porque el sol sale con calor abrasador y seca la hierba, y su flor se
cae y la hermosura de su apariencia perece, así también se marchitará el rico en
medio de sus empresas.” ¡Cuanto exalta Dios al humilde!
El
pobre debe sentirse contento de que la riqueza no significa nada para DIOS; de
otro modo se le debiera considerar indigno. El rico debe sentirse contento de
que el dinero no significa nada para Dios, porque es muy fácil perder el dinero.
La
verdadera riqueza se halla en el desarrollo de la vida espiritual, no en su
caudal económico. Dios está interesado en lo que es duradero, nuestra alma, no
en lo que es temporal, nuestro dinero y nuestros bienes.
Si la
riqueza, el poder y el nivel social no significan nada para Dios, ¿por qué les
damos tanta importancia y les rendimos honor a quienes los poseen? ¿Sus bienes
materiales les dan un sentido de propósito y una razón para vivir? Si
desaparecieran, ¿qué les quedaría?
Lo que
tenemos en nuestro corazón, no son cuentas bancarias, es lo que le interesa a
Dios y permanece para siempre.
¿No
debiéramos nosotros viendo esto ser humildes?
El
humilde no vive en superioridad. “Nada hagáis por egoísmo o por vanagloria,
sino que con actitud humilde cada uno de vosotros considere al otro como más
importante que a sí mismo.” No te creas superior a los demás, la humildad
considera a quienes te rodean como superior a ti y te lleva a esforzarte y a
buscar ser como ellos.
El
humilde es sabio. “Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra; pero
con los humildes esta la sabiduría.” La humildad te lleva a reconocer que
eres inmerecidor del amor de Cristo y de la salvación. ¿Existe mayor sabiduría
que esta?
El
humilde es verdaderamente rico. “La recompensa de la humildad y el temor del
Señor son la riqueza, el honor y la vida.”
Los
humildes son recompensados con tesoros terrenales, ¿no es este nuestro objetivo
en la tierra, lograr tesoros en el cielo?
El
humilde experimenta gracia. “Porque Dios resiste a los soberbios y da gracia a
los humildes.”
El
humilde recibirá y experimentará la gracia de Dios actuando cada día en su
vida, no porque lo merezca, sino porque la gracia y el amor de Dios llevarán a
la humildad el corazón de estos.
Dios
les bendiga abundantemente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario