UN
MOMENTO CON DIOS
La luz
de Dios
“Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti. Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; más sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria”. (Isaías 60. 1 - 2)
La palabra
de Dios nos da promesas maravillosas en los momentos más propicios para ir a un
nivel mayor de entendimiento en el propósito de DIOS para nuestras vidas. Por
esta razón toda promesa se cumple en el tiempo perfecto de Dios cuando Él sabe
que estamos preparados para su cumplimiento.
El
libro de Isaías en el capítulo 60 nos habla de una promesa de redención, el
pueblo de Jerusalén venía de un estado de ruinas de un largo exilio, sus
circunstancias causadas por sus errores y pecados han sido ahora tocadas por la
misericordia de Dios. Venían de una oscuridad, tiempos de desesperación y de
luto. Pero aparece una luz en medio de la oscuridad "La gloria de Dios".
Una luz que por tanto tiempo no veían.
Y para
recibir esta promesa de redención, Dios se las da antecedida por dos
condicionantes imperativos necesarios, que deberían obedecer:
En el
versículo 1 dice: "¡Levántate y Resplandece!”
Sobre
ellos vendría una luz que cambiaría sus circunstancias, y requería de una
conciencia de lo que vendría, "porque ha venido tu luz, y la gloria de
Jehová ha nacido sobre ti".
Para
ver la gloria de Dios es necesario 2 actos de nuestra voluntad.
1.
Levantarse. No quedarse en una misma condición, levantarse requiere de
cambios. Levantarse tiene muchos significados, subir, animar, construir,
elevarse, cambiar de posición, levantarse es un acto de dar pasos de fe
poniendo en función nuestra voluntad, es levantarse del estado en el que el
enemigo desea que estemos. Levantarse es un acto voluntario, nadie puede
hacerlo por nosotros, ni las oraciones de otros, ni los consejos de otros, ni
el buen deseo de otros, solo nosotros mismos pidiendo la guía del Espíritu
Santo, entonces nuestra voluntad caminará en fe.
2.
Resplandecer. Es reflejar, es mostrar, es brillar, si no nos levantamos de
una condición de derrota no podremos mostrar una condición de victoria, o una
nueva condición donde dejemos actuar la gloria de Dios. Más aun cuando hemos
conocido a Dios, nuestra vida debe reflejar a Cristo, somos ese instrumento en
sus manos para que su luz sea colocada en nuestras vidas y podamos testificar
de su Gloria. Jesús también nos demanda esta condición en Mateo 5.14
"Ustedes son la luz del mundo, como una ciudad en lo alto de una colina
que no puede esconderse".
Cuando
nos levantamos y resplandecemos por la gloria de Dios entonces podemos
experimentar el vivir en sus promesas, ser restituidos, y restaurados, no
depender de una condición o de una circunstancia, sino de la gloria de Dios.
Esto es
lo que nos quiere decir esta promesa de Isaías cuando menciona: "El sol
nunca más te servirá de luz para el día, ni el resplandor de la luna te
alumbrará, sino que Jehová te será por luz perpetua, y el Dios tuyo por tu
gloria." (Isaías 60. 19)
Cuando
tenemos claro cuál es la luz que guía nuestro destino entonces nuestra
condición de muerte espiritual termina, y pasamos a una vida abundante,
nuestras tristezas se convierten en gozo, las bendiciones nos seguirán.
"No se pondrá jamás tu sol, ni menguará tu luna; porque Jehová te será por
luz perpetua, y los días de tu luto serán acabados. (Isaías 60. 20)."
Dios
desea siempre lo mejor para nuestras vidas, y habrán tiempos de oscuridad
cuando caminamos sin su dirección, sin su luz, pero es tiempo de levantarse y
resplandecer porque su luz esta sobre cada uno de nosotros y sus promesas
dispuestas por El para cumplirlas cuando decidimos creerle.
Dios
les bendiga abundantemente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario