UN MOMENTO CON
DIOS
Hacer siempre
lo bueno
“A aquel, pues, que sabe hacer lo bueno y no lo hace, le es pecado.” (Santiago 4. 17)
La ignorancia o
el desconocimiento de la palabra de Dios es un mal que ha perjudicado al pueblo
de Dios, desde tiempos antiguos. El problema de la ignorancia o falta de
conocimiento de la voluntad de Dios perjudico al pueblo de Israel por
siglos. (Oseas 4.6)
Pero la
ignorancia de ellos no era sólo porque no se les enseñara, también era porque
no querían recibir la verdad. Esto les trajo destrucción, esto produjo la ira y
el castigo de Dios sobre ellos.
Ahora bien,
¿cómo verá Dios aquellos que teniendo conocimiento, no quieren obedecer?
Aquellos que,
conociendo la voluntad de Dios, no se sujetan a ella. El pecado es el
gran obstáculo entre Dios y la humanidad, lo que realmente nos separa de Dios
es el pecado. (Isaías 59.2)
Pero es más
grave que conociendo la voluntad de Dios, no hagamos lo que Él quiere de
nosotros. (Santiago 4.17)
Nos inclinamos
a pensar que hacer lo malo es pecado. Pero Santiago nos dice que pecado es
también no hacer lo bueno. A esas dos clases de pecado algunas veces se les
llama pecados de comisión y pecados de omisión.
Es pecado
mentir; también puede ser pecado saber la verdad y no decirla.
Es pecado
hablar mal de alguien; también es pecado despreciarlo cuando sabemos que esa
persona necesita nuestra amistad. Debemos estar dispuestos a ayudar según nos
guíe el Espíritu Santo.
Si Dios nos
dirige a hacer un acto bondadoso, a rendir un servicio o a restaurar una
relación, hágalo. Experimentará una renovada vitalidad en su fe cristiana.
Cuando nuestro
hablar es motivado por satanás está lleno de celos amargos, ambición egoísta,
preocupaciones y deseos terrenales, pensamientos e ideas no espirituales,
desorden maldad.
Cuando nuestro
hablar es motivado por Dios y su sabiduría está lleno de misericordia, amor por
otros, paz, cortesía, sumisión, sinceridad, imparcialidad y justicia.
Nuestros labios
deben estar gobernados por la ley de la bondad, la verdad y la justicia.
Tenemos la ley
de Dios, que es regla para todo; no presumamos de poner nuestras propias
nociones y opiniones como regla a los que nos rodean, y tengamos cuidado de no
ser condenados por el Señor.
Todo lo que
pensemos y todo lo que hagamos debe depender con sumisión de DIOS.
Los pecados de
omisión y los de comisión serán llevados a juicio. Será condenado tanto aquel
que no hace el bien que sabe debe hacer y el que hace el mal que sabe que no
debe hacer.
Esforcémonos
por hacer las obras que Dios quiere que hagamos, no nos hagamos rebeldes. Si
sabemos hacer lo bueno, pues hagámoslo.
Dios les
bendiga abundantemente.
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