UN MOMENTO CON DIOS
Mirando hacia
Dios.
“A ti alcé mis ojos. A ti que habitas en los cielos”. (Salmo 123. 1)
Los niños algunas veces
cuando quieren expresar el gran amor hacia sus padres dicen que los aman desde
la tierra hasta el cielo porque saben que el cielo es lo más alto que puede
existir.
Los adultos en el
campo, antes, por ausencia de relojes, solo miraban hacia arriba buscando la
ubicación del sol, para determinar la hora
aproximada.
En fin, mirar hacia
arriba es mejor que mirar hacia abajo, porque arriba este DIOS, eso es lo que
nos enseñaban nuestros padres, que Dios está en el cielo.
La Biblia misma dice
que la habitación de Dios es en el tercer cielo donde Pablo fue llevado en
espíritu, es en el paraíso donde llegó Abraham, es el lugar donde fue Cristo
después de resucitar, pues dice la Biblia que ascendió al cielo y desde ahí le
veremos venir.
Cuando oramos a Dios,
decimos, “Padre nuestro que estás en los cielos” y los cielos están arriba.
Jesús les enseño a los
discípulos que buscaran las cosas de arriba, que pusieran la mirada en lo que
está arriba y no en lo que está en la tierra.
Y el salmo 123
comienza, “A ti alcé mis ojos. A ti que habitas en los cielos” y el versículo 2
dice: “He aquí, como los ojos de los siervos
miran a la mano de sus señores, Y como los ojos de la sierva a la mano de su
señora, Así nuestros ojos miran a Jehová nuestro Dios, Hasta que tenga
misericordia de nosotros”.
¿Cómo es esa
mirada? Acaso no es cuando van en busca de algo, lo hacen con humildad,
con mucha fe, y esperanza de que sus señores les contesten positivamente.
Un ejemplo de esto es
cuando Nehemías oró a Dios para que cuando se presentara delante del rey
Artajerjes encontrara gracia ante sus ojos. Nehemías primero busco el
rostro de Dios, miró hacia arriba, y claramente dice que él es el Dios de los
cielos, y ora con fe, humildad, y en busca de una respuesta positiva.
Cuando vemos a Nehemías
al final del capítulo 1 dice que la petición era esa, que cuando se acerque al
rey, encuentre gracia ante sus ojos. En el capítulo 2 confirmamos que cuando se
presentó ante su señor, miró hacia arriba, hacia su señor, el rey, y lo hizo
con fe, humildad, respeto y tremenda expectación, y claro, encontró gracia
porque le concedió todo lo que él le pidió.
En el caso de David,
mira hacia arriba, pone su mirada en DIOS porque está seguro que él le puede
ayudar, pero su petición es, que tenga misericordia porque esta hastiado,
cansado del menosprecio y el escarnio de los que están en holgura y de los soberbios.
Siempre hay este tipo
de persona soberbias en todos los tiempos, muchos de ellos, ni tienen lo
suficiente, pero se creen los grandes, y son orgullosos, soberbios, es solo
apariencia.
Seguro conocemos a
alguna persona que es orgullosa, soberbia, falsa, y aunque no tiene grandes
cosas, se cree más.
David tenía muchos de
estos, pero en vez de confrontarlos y atacarlos, prefirió buscar arriba y dejar
que Dios se encargue del caso.
Lo mejor que podemos
hacer cuando hay un soberbio, orgulloso, falso, autosuficiente, y que nos
menosprecia con palabras, mirada, comentarios o pensamientos, es ponerlo en las
manos de Dios y no hacer nada, solo decir: “Señor ten misericordia, y encárgate
tú”.
Busquemos a Dios en
primer lugar cualquiera sea la circunstancia en que vivimos, no busquemos en
otro lugar, ni en otra estrategia, busquemos a Dios.
Dios les bendiga
abundantemente.
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