martes, 4 de julio de 2023

Un momento... La ansiedad va en contra de la fe

 


UN MOMENTO CON DIOS

La ansiedad va en contra de la fe.

 

“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.” (Filipenses 4. 6)

 

 George Muller decía: El comienzo de la ansiedad es el final de la fe. El comienzo de la fe verdadera es el final de la ansiedad.

La ansiedad tiene que ver con un estado de preocupación o afán, que se produce por el mal presagio en algún asunto. La ansiedad entonces tiene que ver con asuntos o cosas que todavía no han pasado, pero pensamos que pueden pasar.

Si nuestras vidas están entregadas a la ansiedad, corremos ciertos riesgos. Primero, la pérdida del gozo en la vida cristiana. La Biblia dice que Jesús vino a darnos una vida abundante. En Juan 10.10 leemos: “El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.”

Las preocupaciones nos hacen perder la perspectiva de la vida. Cuando estamos preocupados vemos las cosas distorsionadas. Es uno de los peligros de vivir en ansiedad.

Las preocupaciones nos pueden echar a perder la salud. Las preocupaciones están íntimamente ligadas a problemas digestivos, problemas cardíacos e inclusive contribuye a la pérdida del cabello y las manchas en la piel.

Lo primero que necesitamos hacer es reconocer que la ansiedad es pecado. En esencia el pecado es todo aquello que niega algo que Dios es o ha dicho. La ansiedad niega las promesas de Dios. En el Salmo 55.22 leemos: “Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará; no dejará para siempre caído al justo.” La promesa de Dios es que él nos va sustentar y que no nos va a dejar caídos para siempre, siempre y cuando echemos sobre él nuestras preocupaciones. Pero cuando nos dejamos controlar por la ansiedad estamos en un sentido negando esta palabra de Dios, diciendo: Dios no tiene poder para sustentarme cuando me venga una adversidad.

El Padre sabe de qué cosas tenemos necesidad, aun antes de que pensemos en pedir o hagamos el pedido con nuestros labios. Pero cuando nos dejamos controlar por la ansiedad, estamos en un sentido diciendo: Dios no sabe lo que me va a pasar mañana, o la próxima semana, o el próximo año. Por eso yo tengo el derecho de preocuparme hoy.

Entreguemos toda ansiedad a Dios. Como resultado, Dios mismo nos dará el poder para librarnos de la ansiedad. La ansiedad y la oración no van nunca de la mano. Por eso alguien lo ha dicho muy bien: Si vas a orar, para qué preocuparte. Pero si vas a preocuparte, para qué orar.

Es necesario controlar los pensamientos. Isaías 26.3 dice: “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado”.

Ocupemos la mente en las cosas de Dios. Pensemos en las cosas que Dios dice en su Palabra y confiemos plenamente en Él, no solo para los asuntos grandes de la vida sino también para los asuntos pequeños.

Esto no significa que nunca habrá pruebas o problemas. Las pruebas son parte de la experiencia cristiana. Si hacemos que la felicidad no dependa de las cosas o las circunstancias, sino de la relación personal con Dios, entonces desaparece la causa para la ansiedad, porque pase lo que pase no afectará nuestra felicidad en Cristo.

Dios quiere que confiemos en El, que echemos toda nuestra ansiedad sobre El, que no andemos temerosos, sino que acudamos a Él en oración y le digamos, está pasando esto, pero ¡que se haga tu voluntad! ¡Como tú quieras! Yo voy a descansar.

Dios prometió estar con nosotros y quiere que confiemos, la ansiedad se va a suplir o extinguir cuando uno pone su confianza en Dios.

Confiemos en que Dios conoce nuestras necesidades. Creamos que Dios nos proveerá lo necesario para nuestra vida.

Dios les bendiga abundantemente.

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