UN MOMENTO CON DIOS
Aprender a vivir la
vida.
“Para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia”. (Filipenses 1.21)
El rey Salomón en
Eclesiastés llego a la conclusión que, en esta vida, todo era vanidad de
vanidades. Probo en todo y con todo para ser feliz, pero nada de esto lo hizo
feliz, al contrario, siempre se encontró en un inmenso vacío y todo por
buscarlo inadecuadamente. Jesús llamo la atención a sus discípulos porque cada
día vivían afanados por la comida, la bebida, y el vestido en vez de aprender a
confiar en Dios.
El apóstol Pablo da una
contundente enseñanza sobre cómo vivir la vida. Él dice, por un lado, que
teniendo sustento y abrigo está contento con esto porque sabe que la vida no
consiste en riqueza, en comida, ni en fama, sino en vivir cada día para honrar
a Dios.
En nuestro tiempo,
muchas personas viven la vida como que, si les perteneciera, como si este mundo
nunca terminará, y como que su vida nunca se acabará.
Viven sin
preocupaciones, haciendo y deshaciendo todo con su vida, sin rendir cuenta a
nadie.
Unos por un lado son
fatalistas y pesimistas, viven la vida cada día al máximo, en toda la dimensión
porque saben que el mañana no les perteneces. Por el otro lado, hay personas
positivas y optimistas que viven la vida tranquilamente bajo la perspectiva de
que la vida es larga, tienen mucho tiempo para disfrutar, así que la toman sin
hacerse problema, viviéndola paso a paso.
Ambas percepciones de
la vida no consideran para nada a Dios quien es el dueño de la vida, quien
decide hasta cuando durara la vida.
Proverbio 27.1 nos
presenta una de estas perspectivas, que, por un momento, casi todos hemos caído
al considerarnos dueños de la vida, y al vivir la vida sin tomar en cuenta a
Dios.
Dice el versículo 1 “No
te jactes del día de mañana; Porque no sabes qué dará de sí el día”. Sentirnos
dueños de la vida, y que controlamos el tiempo es una de las cosas que hemos
hecho todos los seres humanos.
Nosotros no somos
dueños de nada, todo lo que somos y tenemos pertenece a Dios.
Así que aprendamos a
vivir la vida bien. Siendo fieles administradores de la vida, del tiempo, del
trabajo, del dinero, de la familia, de los talentos, de las habilidades, de las
oportunidades, de los dones, y del ministerio.
Vivamos cada día dando
gracias a Dios por la vida, tomando toda decisión con la aprobación de Dios,
consultándole todo a él, haciendo todo en el nombre de Dios, haciendo todas las
cosas para agradar a Dios, preocupándonos por hacer lo que Dios nos ha mandado
hacer.
Cuando se vive bien la
vida honrando a Dios en todo, no tememos lo que pueda pasar mañana, porque
estamos en sus manos y él siempre se preocupa por nuestro bien. Todo lo que
venga para nosotros sus hijos, si es que obedecemos y le amamos, será lo mejor.
Dios les bendiga
abundantemente.
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