UN
MOMENTO CON DIOS
Los
sueños de Dios
“Una noche José tuvo un sueño, y cuando se lo contó a sus hermanos, lo odiaron
más que nunca.” (Génesis 37.5)
¿Es que
Dios amaba menos a José? ¡En ninguna manera! Dios no hace acepción de personas,
es que Dios tiene una relación única y diferente para cada persona.
Dios
tenía un plan para la vida de José que iba más allá de lo que él, sus medios
hermanos y su padre podían entender en ese momento de sus vidas, de modo que
una noche que parecía tan normal como otras el Señor comenzó a revelarle en
sueños a este joven sus planes para su vida.
DIOS
sabía la manera exacta y perfecta en que cada sueño debía quedarse impreso en
la mente y corazón de este joven.
El
mayor interés de Dios es el de tener nuestro corazón para luego formarlo a su
imagen y semejanza, al hacerlo empezaremos a ser capaces de ver la vida como la
ve Él y entonces estaremos listos para ser usados por Él para que se cumplan
sus propósitos eternos. ¡No nos resistamos a la formación de Dios!
¿Ha
sembrado Dios algunos sueños en nuestro corazón?
Es
normal que otras personas no entiendan ni compartan esos sueños con nosotros,
incluso algunas veces como le pasó a José podrías ser hasta criticado o juzgado
por ellos. Pero pensemos un poco más allá, ¿cuál es el propósito de estos
sueños? ¿Dios le dio sueños a José para que se sintiera especial e importante?,
¿para usarlos como una experiencia que sustituyera su relación personal diaria
con Dios? ¡Por supuesto que no! Porque la verdad es que muchas veces somos así,
recibimos una palabra de Dios o un sueño suyo y gastamos días, meses y hasta
años de nuestra vida abrazados de este evento y contándoselo a todos, pero
dejamos a un lado nuestra relación personal con Él.
Los
sueños que Dios pone en nuestro corazón son una invitación a entrar en una
relación personal con Él. Mucho más grande que los sueños es el autor de estos
sueños, aquel que puede hacerlos realidad en maneras que muchas veces son
más sorprendentes que el sueño mismo.
Tras
todo sueño o experiencia personal que hemos tenido con Dios hay una sola
verdad: ¡Dios quiere nuestro corazón! Nos está atrayendo hacia Él para formarnos
y prepararnos para cosas mucho mayores. ¿Qué haremos al respecto?, ¿Nos dejaremos
formar por Él?, ¿de qué le sirve a una pieza de madera gritarle a los cuatro
vientos que un día será silla si se la pasa lejos del carpintero? ¡De nada!
Lo que
necesitamos hacer es quedarnos quietos y dejarse formar. La realización de los
sueños no llegará hasta que a través de una relación personal con Dios nuestro
corazón y carácter hayan sido formados.
Todo
comienza con nuestra decisión de acercarnos a Él y buscarlo, todo lo demás
vendrá solo, será un resultado natural, una consecuencia inevitable.
Dios
les bendiga abundantemente.
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