jueves, 9 de marzo de 2017

Leyendo... 2 de Samuel capítulo 24


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LECTURA DIARIA:
2 de Samuel capítulo 24

¿Provocó Dios que David pecara? Dios no provoca a la gente a pecar, pero sí permite que los pecadores revelen la pecaminosidad de sus corazones por medio de sus acciones. Dios presentó a David la oportunidad con el fin de tratar con una desastrosa tendencia nacional, y quería que este deseo se hiciese evidente. 
David tomó entonces la iniciativa de censar al pueblo, Joab comprendió la verdadera naturaleza de esa orden y el pecado que encerraba. La cuestión para David y para Israel nunca había sido la de cuántos hombres capaces de empuñar las armas se disponía. Su fuerza no residía en el número de guerreros, sino en el hecho de que el Señor acompañaba al pueblo en su lucha. Esta orden contrasta con su valiente y ecuánime discurso ante Goliat. «Porque de Jehová es la batalla»
¿Qué había de malo en hacer un censo? Se llevó a cabo un censo en Números para preparar al ejército para conquistar la tierra prometida. Un censo sumaba los conscriptos para el ejército. La tierra ahora estaba en paz, así que no había necesidad de alistar las tropas. Israel había extendido sus fronteras y se había convertido en un poder reconocido. 
El pecado de David estuvo en contar a la gente para así poder vanagloriarse del tamaño de su nación y de su ejército, su poder y su defensa. Al hacer esto, puso su fe en el tamaño de su ejército, y no en la habilidad de Dios para protegerlos sin importar su número. Hasta Joab sabía que llevar a cabo el censo no era correcto, pero David no escuchó su consejo. 
David se da cuenta de que calcular la fuerza de Israel sobre la base del número de guerreros, como hacían otras naciones, era violar la relación de Israel con Dios, en quien residía su verdadera fuerza. 
Tanto David como los israelitas fueron culpables de pecado. El pecado de David fue de soberbia, pero la Biblia no dice por qué Dios estaba enojado con el pueblo de Israel. Pudo haber sido por el apoyo que le dieron a las rebeliones de Absalón y Seba, o quizá depositaron su seguridad en lo militar y en la prosperidad financiera, y no en Dios, como lo hizo David. Dios trató con la nación entera de Israel a través de David que dio un ejemplo del pecado de orgullo de la nación.
Dios le dio a David tres alternativas. Cada una era una forma del castigo que Dios les había dicho que podían esperar si desobedecían sus leyes enfermedad; hambre; guerra. David escogió sabiamente la forma de castigo que provenía más directamente de Dios. Sabía cuán brutales y crueles podían ser los hombres en la guerra, y además conocía la gran misericordia de Dios. 
Dios envió pestilencia sobre Israel, desde Dan hasta Beerseba murieron setenta mil hombres del pueblo.
David se hizo cargo de su pecado y Dios le habló y le dijo que edificara un altar en la era de Arauna jebuseo, que estaba en el monte Moriah, donde Abraham ofreció a Isaac en holocausto y se construyó el templo de Salomón.
Arauna trató de regalarle el terreno, los bueyes y las otras cosas para el sacrificio, pero David insistió en pagarle, diciendo que no podía presentar una ofrenda a Dios que no le hubiese costado nada.
David ofreció allí sacrificios a Dios y cesó la epidemia en Israel. El cese de la epidemia había sido determinado por Dios desde antes que David ofreciera los sacrificios, pero David tenía que cumplir con la orden de Dios antes que Dios cumpliera su determinación. Dios probó la obediencia de David, y esta vez David hizo lo correcto delante de Dios. 
El libro de 2 Samuel termina con dos actos, uno representativo de la gracia divina, y otro representativo de la actitud verdadera de un adorador de Dios. El pasaje último del libro de 2 Samuel termina con un acto de adoración de parte de David, edificando un altar y ofreciendo sacrificios a Dios; es una imagen representativa de la vida y del corazón de David, centralizada en la adoración a Dios. El otro acto es un acto de la gracia de Dios que se manifestó en medio de su propio castigo, al tener misericordia de aquel pueblo; por la misericordia de Dios cesó la epidemia en Israel. La misericordia y la gracia prevalecieron sobre el pecado de David.

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