lunes, 6 de marzo de 2017

Leyendo... 2 de Samuel capítulo 21


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LECTURA DIARIA:
2 de Samuel capítulo 21

Israel pasó por una gran crisis en la agricultura, que era el principal medio de alimento. La agricultura dependía de las condiciones naturales, por eso David buscó a Dios. Con su sabiduría David supo que las circunstancias indicaban una razón espiritual y que Dios llamaba su atención.
Aunque Saúl ya estaba muerto sus obras seguían afectando a Israel.
Los gabaonitas eran amorreos que habían logrado sobrevivir. Habían engañado a Josué para que no los destruyera como lo hizo con Jerico y Hai (Josué 9.3) Como habían jurado por Jehová no les podían hacer nada, pero Saúl rompió ese juramento.
David estaba dispuesto a arreglar la situación de la mejor manera.
Los gabaonitas pidieron al rey siete descendientes de Saúl para vengar lo que él les había hecho.
Los justos tendrían que morir por el injusto Saúl. David les entregó a los siete hombres. Pero le perdonó la vida a Mefi-Boset por el juramento que le había echo a su amigo Jonatan.
Tomó entonces dos hijos de una concubina y cinco de Mical. En realidad no eran hijos de Mical ya que ella fue estéril (6.23) Estos hijos eran de su hermana Merab ya que Dios la condenó a ser estéril por burlarse de David mientras danzaba.
Rizpa, la madre de dos de ellos, decidió proteger los cuerpos para que no fueran devorados por los animales.
A David le conmovió la actitud de esta madre y decidió darles una sepultura decente junto a Saúl y Jonatan.
Lo que se hizo calmó la ira de Dios sobre el pueblo de Israel.
Volvieron los filisteos a hacer la guerra a Israel. Las luchas no terminarían para David, ahora eran los filisteos.
Estos eran hombres impresionantes con una gran Fortaleza física. Uno de ellos trató de matar a David. David ya no tenía la misma fortaleza que cuando venció a Goliat, y estuvo a punto de morir.
Pero David tenía grandes hombres que estaban dispuestos a morir por él.
Debe haber sido difícil para David el dejar el campo de batalla y reconocer que ya no era el mismo pero lo aceptó.
Aún cuando David ya no peleaba, Israel seguía consiguiendo triunfos por la mano de Dios. David no peleaba pero los dirigía.

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