jueves, 30 de marzo de 2017

Leyendo... 1 de Reyes capítulo 20


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LECTURA DIARIA:
1 de Reyes capítulo 20

Ben-adad rey de Siria reunió a todo su ejército, y con él a 32 reyes y sitió Samaria. Era un ejército muy numeroso, ante el Israel se veía muy frágil y prácticamente rodearon la ciudad.
El rey Ben-adad se sintió muy confiado y pidió a Acab su oro, plata, mujeres e hijos.
La respuesta de Acab no era digna de un rey, el debía de proteger su reino y su gente.
Acab buscó entonces consejo en los hombres sabios de Israel. Finalmente Acab se dio cuenta que Ben-adab quería despojarle de todo.
Los ancianos sabían que la única forma de mantener el reino era resistiendo.
Ben-adad estaba seguro de su victoria, hasta juro por sus dioses.
Dios mandó un profeta al rey Acab para decirle que Él le daría la victoria.
El ejército de Ben-adab era impresionante en número, pero no suficiente para enfrentar a Dios
La batalla no duraría mucho porque Dios los derrotaría, la victoria tendría un propósito, que el rey Acab se humillara ante Dios. Si el rey se humillaba, el pueblo le seguiría, Dios pacientemente intenta captar su atención para que le adoren.
Dios le dio una victoria contundente.
Pero Acab no podía confiarse porque la batalla no había terminado aún, Dios le advierte de un nuevo ataque que vendría.
Los siervos de Ben-adad le aconsejaron atacar en la llanura donde ellos tendrían más posibilidades, ignoraban que Dios es Dios de montes y valles.
Al tiempo exacto que el profeta le indicó a Acab, Ben-adad vino a Afec á pelear contra Israel.
Los sirios eran muchos más numerosos que en la primera batalla.
En el momento oportuno Dios envió a su siervo al rey de Israel a decirle que
Dios le daría la victoria para que Acab se humillara ante Él. Dios estaba mostrando nuevamente su paciencia y misericordia con Acab.
La victoria también fue muy rápida y el poderoso rey salió huyendo nuevamente tal como en la 1ra batalla.
Sus siervos aconsejaron a Ben-adad pedir misericordia y el rey prepotente ahora se humillaba ante el rey de Israel.
Acab no solo lo perdonó, sino que lo considero un hermano. Acab estaba queriendo ser demasiado generoso, en contra de la voluntad de Dios que era destruirlo.
La ambición llevo a Acab a hacer un pacto erróneo y dejar el favor de Dios.
Entonces un varón de los hijos de los profetas, haciendo un acto simbólico le dijo a otro que lo hiera y este no lo hizo. La falta fue tan grave ante Dios que el hombre tendría que pagar con su propia vida. El profeta encontró alguien que obedeció a su petición.
El profeta trató de no ser reconocido por el rey Acab, para darle la lección.
Espero el momento oportuno para enfrentar al rey. El profeta se hizo pasar por un soldado herido que dejó escapar a un prisionero de guerra. El profeta tendría que pagar con su vida la huida del prisionero.
Al dictar sentencia el rey, lo estaba haciendo para el mismo.
Acab cometió una falta muy grave ante Dios, al dejar con vida al rey Ben-adab.

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