miércoles, 21 de diciembre de 2016

Leyendo... Jueces capítulo 7


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LECTURA DIARIA:
Jueces capítulo 7

Para evitar la autosuficiencia entre los soldados de Gedeón, Dios redujo su número que era de 32.000 a 300. Con un ejército tan pequeño, no podía caber alguna duda de que cualquier victoria provendría de Dios. Los hombres no podrían llevarse la gloria. 
Gedeón tuvo miedo. Dios comprendió su temor, pero no lo relevó de su tarea. En lugar de ello, le permitió que se deslizara al campamento enemigo y escuchara una conversación que le daría valor.
Un soldado enemigo soñó con una gran rebanada de pan de cebada que caía en el campo. La cebada tenía solo la mitad del valor que el trigo y el pan hecho de cebada se consideraba inferior. De la misma manera, el pequeño grupo de israelitas era considerado inferior a las vastas fuerzas de Madián y Amalec. Pero Dios haría que los débiles israelitas parecieran invencibles.
El ejército de Gedeón simplemente observó cómo el ejército de Madián se llenaba de pánico, confusión y huía desordenadamente. Ningún hombre tuvo que sacar su espada para derrotar al enemigo. El pequeño ejército de Gedeón nunca hubiera podido lograr semejante victoria con sus propias fuerzas. Dios quería demostrar a Israel que la victoria dependía no de la fuerza o del número, sino de la obediencia y el compromiso con El.
El escuadrón con Gedeón tocó sus cornetas y descubrió sus antorchas. 
El pánico cundió entre los madianitas. Mientras los israelitas quedaban como espectadores, solamente haciendo ruido, Jehová entró en la batalla. Hizo que los madianitas pelearan entre sí, pensando en la oscuridad que su contrincante era israelita. 
Como resultado de esta batalla dos comandantes principales de las huestes de Madián fueron capturados y muertos por los hombres de Efraín.

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