sábado, 31 de diciembre de 2016

Leyendo... Jueces capítulo 16

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LECTURA DIARIA:
Jueces capítulo 16

Al ir a Gaza, una de las cinco ciudades filisteas, y visitar a una prostituta, Sansón mostró arrogancia ante sus enemigos y ante Dios. Menospreció la capacidad de aquéllos de hacerle daño, y desprecia de nuevo su nazareato.
Los filisteos esperaron la claridad para matar a su enemigo. Ponen una guardia en la puerta de la ciudad para evitar que Sansón salga durante la noche.
En efecto, a medianoche Sansón se va. Las puertas de las ciudades tenían la altura de un edificio de dos pisos, y estaban llenas de clavos y cubiertas de bronce para evitar que se quemaran fácilmente. 
Sansón, agarra la barra que servía de cerrojo y arrancar de sus cimientos las dos hojas con sus postes. Sin duda, esa fuerza provenía de Dios. El milagro simboliza el deseo de Dios de entregar a su pueblo las puertas de sus enemigos.
Sin embargo, el pasaje no atribuye la hazaña a Dios. Veinte años Sansón tuvo que aprender a depender de Dios y ahora volvió a confiar en su propia fuerza y a hacer lo que le parecía recto ante sus propios ojos.
Luego de esto, Sansón de nuevo muestra su insensatez al enamorarse de una mujer llamada Dalila. 
Reconociendo que la fuerza de Sansón era sobrenatural, los filisteos sobornan a Dalila para que averigüe su secreto. 
Sansón debía estar prevenido por aquella experiencia, pero con las mujeres él era tan insensato como Israel lo era con los ídolos.
Dalila hace el intento de que Sansón le revele el secreto de dónde obtiene él su fuerza, pero él le engaña.
Aunque no revela su secreto, Sansón le da una pista. Confiado, Sansón comienza a jugarse la vida.
El tercer intento de Dalila también fracasa, pero le lleva todavía más cerca de la verdad. Sansón deja de hablar de cuerdas y sogas para señalar directamente su pelo. También sugiere más claro que nunca que no será dominado por un medio normal. Dalila manipula a Sansón, su hipocresía es completa cuando reclama que el corazón de Sansón no está con ella, es decir, que no ha sido sincero con ella. 
Sansón termina confesando que es nazareo de Dios y donde radicaba su poder. Mientras dormía, la mujer hizo pasar navaja sobre su cabello.
Sansón, el poderoso guerrero, se convirtió en esclavo. En vez de matarlo, los filisteos prefirieron humillarlo sacándole los ojos y haciéndolo moler el grano. Sansón ahora tenía todo el tiempo para preguntarse si los encantos de Dalila justificaban pasar el resto de su vida en la humillación.
Aunque Dios no abandonó a Sansón por completo, permitió que prevaleciera la voluntad de Sansón, y las consecuencias de su decisión sobrevinieron naturalmente. Ciego y sin fuerzas, a Sansón lo llevaron a Gaza donde pasaría el resto de su corta vida.
Los filisteos decidieron ofrecer una fiesta a Dagón. En la fiesta tanto los cinco gobernantes como el pueblo alababan a Dagón por haberles entregado a Sansón. 
En plena fiesta, los filisteos pidieron traer a Sansón de la cárcel para burlarse de él. 
En esta situación Sansón se dirige a Jehová como Señor y Dios. A Jehová le interesa demostrar que el verdadero Señor y Dios no era Dagón, sino él. Esto y su amor para Israel le motivan a conceder la petición de Sansón.
Sansón se agarró de las dos columnas centrales del templo, y reveló que su fuerza había regresado; movió las columnas, haciendo caer el templo. 
En su muerte Sansón probablemente mató a casi todos los presentes, más de 3.000, incluyendo a los cinco gobernantes, ya que en aquel tiempo casi toda lesión seria conducía a la muerte. Esta catástrofe fue un paso más en el comienzo de la liberación israelita.

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