martes, 20 de diciembre de 2016

Leyendo... Jueces capítulo 6


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LECTURA DIARIA:
Jueces capítulo 6

Los madianitas eran gente del desierto que descendían de la segunda esposa de Abraham, Cetura. De esta relación surgió una nación que siempre estuvo en conflicto con Israel. Debido a que no los aniquilaron totalmente, la tribu volvió a poblarse. Aquí estaban de nuevo oprimiendo a Israel.
Los Amalecitas eran una antigua tribu nómada, que habitaba en el Neguev y en la península del Sinaí, descendía del nieto de Esaú, Amalec. Los madianitas formaron una coalición con ellos y otros pueblos de la región este.
Los invasores eran tan numerosos, y tan grande la devastación del territorio, que fueron comparados con una plaga de langostas. 
Una vez más Israel tocó fondo antes de volverse a Dios. El Señor envió a un profeta anónimo para recordarle a Israel cómo lo había liberado en Egipto y le había entregado la tierra prometida, y para amonestar a Israel por su desobediencia a las estipulaciones del pacto.
Dios envió a un mensajero especial para transmitir un mensaje importante a Gedeón.
El ángel del Señor, le habló como Dios mismo, comisionó a Gedeón para que liberara a los hijos de Israel.
«¡Ciertamente yo estaré contigo!» le dijo Dios a Gedeón, y prometió darle la fuerza que necesitaba para vencer la oposición. A pesar de este llamado claro y de la promesa de fortalecerlo, Gedeón puso varias excusas. Vio sólo sus limitaciones y debilidades. No le fue posible ver cómo Dios podría trabajar por medio de él.
La primera misión de Gedeón como libertador designado por Dios fue arrancar de raíz la idolatría de Israel derribando el altar de Baal, y también cortar la imagen de madera que representaba a la diosa cananea Asera.
Después de saber lo que Gedeón había hecho, el pueblo quiso matarlo. Muchos de ellos eran compatriotas israelitas. Esto muestra cuán inmoral había llegado a ser el pueblo de Dios. Dios dijo que los idólatras debían ser apedreados hasta la muerte, pero estos israelitas querían apedrear a Gedeón por destruir un ídolo y por adorar a Dios. 
Los ejércitos de Madián y Amalec acamparon en el valle de Jezreel, el centro agrícola del área. 
Los hombres de Gedeón atacaron a los ejércitos enemigos desde las colinas, y la única ruta de escape era a través del paso hacia el río Jordán. 
Con su ejército ya reunido, a Gedeón le entra temor. Pide a Dios una señal, y luego otra a la inversa. Su propósito no era averiguar la voluntad divina. Ésta la sabía; Jehová había prometido librar a Israel por su mano. Su duda era si Dios cumpliría con lo dicho.

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